Un servidor, ponderando la sucesión de ocurrencias peregrinas de este ejecutivo y la escasez de planes globales y concertados del mismo, ha llegado a sospechar que los consejos de ministros consistan en que cada cual suelte la primera tontería que se le pase por la cabeza y alguno de los ministros (quizá Leire o la Trini, siempre tan solícitas, que a Rubalcaba y Pepiño no hay quien les entienda la letra) se dedique a anotarlas y, al final de la reunión, se elijan las propuestas ganadoras arrojándolas al aire y rescatando aquellas que la inocente mano de ZP consiga atrapar al vuelo.
Admito que esta hipótesis pertenece por completo a mi imaginación, si bien, a la vista de los resultados, el método real no debe distar demasiado del expuesto.