Perdió sus primeros años
como quién pierde
solo un recuerdo.
Se le fue media vida
mirando, solo mirando
por la ventana
como los años iban pasando.
Formó su familia y su vigilia,
pero eso le costó sus sueños.
Un buen día despertó temprano
y el silencio dormido
de su casa resonó muy dentro
y le despertó un hambre
y un dolor tan dormidos
que no pudieron
abrir los ojos sin lágrimas.
Esa mañana se dió cuenta
del error y del final.
Hoy eso ya es historia
y no hablaré aquí del dolor
de saberse tan perdido,
aunque se hubo encontrado.
No hablaré aquí del puente aquel,
aquella noche tan negra.
Ni cuanto le costó descubrir
que podía ser feliz.
Y tampoco cuando encontró
con quién y luego la perdió,
pero ante tanta insistencia
por la vida, ésta al fin cedió.
Dejaré en las sombras como
y cuando decidió
ir a tomar su mano.
Solo diré que hoy
es mucho más hombre
y mejor persona
de lo que soñó llegar a ser
en sus más locos sueños.
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