Y nada más existió hasta el próximo tren. Así era su vida, una sucesión de instantes habitados por impulsos que le arrebataban los sentidos.
De pronto, el universo entero se concentraba entre las alas de una mariposa. Todo cobraba un ritmo vertiginoso de volteretas y colores para, un segundo después, detenerse hasta el siguiente aleteo.
Si tenía hambre; ojos, olfato y manos se ponían en movimiento buscando algo que estallase en su paladar al ser saboreado.
Por eso a madre no le importaba desaparecer aquellos momentos. Esperaba tranquila, vigilándolo de cerca, pues sabía que cuando necesitase un abrazo, el mundo entero sería ella.
NiñoCactus
