Brotes de pasión.

Publicado el 23 marzo 2014 por Laika

Una nueva primavera había llegado a su vida con todo el esplendor que la caracteriza . Podía ver a través de la ventana brotes nuevos en su jardín que observaba maravillada.
Tenia una vida plena, se sentía amada, comprendida, deseada...
Le parecía que había cumplido uno a uno sus sueños. Es verdad que había tenido que luchar con insistencia y tomarse la vida en serio en infinidad de ocasiones, pero siempre tuvo en su mente la responsabilidad como medio para conseguir sus metas. Había sido educada en una época en que se daba prioridad a los valores y jamás pensó que fuera de ellos se pudiera construir nada de nada....

Aquellos brotes pletóricos de belleza y vida, insinuaban mil tentaciones recónditas en su imaginación, agazapados en el inconsciente secreto de sus deseos.
Sin apenas atreverse a mirar en su interior por temor a descubrir algún rincón desierto de plenitud, se conformaba con observar la fuerza natural de aquellas ramas insinuantes que parecían llevarla en volandas a lugares apasionados y misteriosos.
Después, se conformaba con su rutina diaria hecha de pequeñas cosas cotidianas que le absorbían todas sus horas sin acordarse de más.

Solamente cuando aquella eclosión de color se asomaba con su insinuante belleza,  algo en su interior se rebelaba con la fuerza de una pasión incontrolada.
Y en vano podía a pesar de los esfuerzos, seguir con su cosas como si nada ocurriese. Se la veía entonces como ausente, la mirada perdida en el horizonte, como fraguando en su interior la huida sin retorno.
Lo más curioso es que todas las primaveras le ocurría este fenómeno a la vista de los nuevos brotes de los árboles. Luego, una vez pasada la fuerza del volcán, todo volvía a su calma habitual.
Era como una explosión de pequeños secretos y deseos contenidos apaciguados por la razón. Aquella razón que le habían enseñado a tener como referencia de sus actos, y que tanto le había influido a la hora de forjar su carácter.
Quizá era ya demasiado tarde para encontrase a si misma, o aquellos pensamientos eran tan vanos que no valía la pena tomarlos en cuenta, pero de nuevo, cada primavera, volvía a sentir palpitar en su alma las duda, al contemplar aquellos brotes apasionados.
M.Paz