Brújula del tiempo equidistante
Tú,
el único que sabe toda la verdad,
el que me hace llorar
con la inseguridad,
el mismo que siempre
va a estar ahí,
con el que vas a hablar a solas
para salir de casa
comiéndote el mundo.
Tú sí tú,
que con el paso del tiempo
has hecho que me quiera
(por) tal y cómo soy,
que no me has permitido rendirme
a quien tengo que recordarle
cada mañana
que voy a conseguir
lo que me proponga
y a quien me provoca.
Y si me hacen sentirme invisible
será que la envidia
no les deja ver más allá,
y si no me valoran
será su falta de seguridad,
que a veces asusta.
No te tengo miedo,
ya no
he aprendido a besarte
y lamerte hasta dejarte
seco de inseguridad
porque lamentarse es de cobardes
y has aprendido a ser
la mejor versión de ti.
Gracias por quererme
despeinada y con ojeras,
por haber soportado
mis tormentas y mis alegrías,
por verme guapa, fea, gorda,
triste, feliz, insegura, segura,
bipolar en todas mis versiones
patéticas, éticas...
Gracias por no rendirte
en todos mis puntos y finales
que acabaron siendo
puntos y a parte
y dejé todo en ruinas,
gracias por ser mi yo más real
y hacerme ver todo lo que soy
todos los secretos que dañan
y me hacen ser quien soy.
Tú,
el único que aguanta
mi mirada sin vacilar,
el que se queda
cuando todo terminó
y vuelve a empezar;
con el hasta nunca
y el para siempre.