Hoy ha sido un buen día. Estoy cansada desde la mañana porque me levanté de madrugada a preparar clases y tuve tanto frío en algunos momentos, que anduve con chamarra para la nieve dentro de la casa. Pero, ¡qué clases tengo que preparar! Son una gozada. Y gracias a Dios hay una chamarra para la nieve en mi ropero -ahora mismo, está sobre el sillón-.
Mi trabajo es un privilegio. Los cursos son exactamente lo que me interesa abordar, de modo que me pagan por estudiar lo que me gusta y compartirlo. Y la universidad es un sueño porque al dedicarse a formar "en educación", todo el mundo está en sintonía en cuanto a la importancia de lo pedagógico, las relaciones humanas, el desarrollo socioafectvo, etc. Tiene su complicación dar clases a distancia; prefiero estar en el salón y ver rostros -solo veo la letra inicial de los nombres en el recuadro que ocupan en la pantalla-, pero ya que esta es la situación, pues ahorro el tiempo y dinero del traslado. Además, cuando salgo de la recámara donde me encierro -por ejemplo, para hacerme un café-, veo a mi niña.
Ella brilla. Por la mañana, amanece con una sonrisota y me busca para que la apapache. El semestre pasado, cuando empecé a dar clases, debí perderme esos momentos de lunes a sábado; gozo tenerlos estos días, de aquí a que volvamos a lo presencial. Estoy disfrutándola mucho, mucho. Hoy ha coloreado el dibujo de un objeto, en la caja de ese objeto y me emociona que consigue hacerlo respetando los límites de la imagen: es la gran cosa, para esta familia; como todas sus palabritas: su "buenos días", su "te amo".
Todavía estoy enamorada de ella. Supongo que un día, deja una de embeberse contemplando a la criatura. Yo sigo viendo su carita y pensando: "qué perfecta". Sigo enterneciéndome con sus bostezos, sus estornudos, su todo, como cuando tenía dos meses. Trato de no quedarme mirándola al comer, por ejemplo, porque debe ser raro que tu mamá te esté viendo masticar y tragar; pero me gusta tanto... Afortunadamente, muchas veces como cuando está comiendo y ahí sí: "cuando como no conozco".
Hasta eso fue más que bueno hoy. Hace varios viernes que pido comida a un lugar donde cocinan bien sabroso. Como no había podido ir al mandado, decidí que hoy martes habría comida de viernes y QUÉ DELICIA: lo mío fue un platillo de enchiladas verdes con pollo, acompañado de arroz, frijoles y ensalada. Yo lo pediría todos los días con harto gusto. ¡Y la cena me quedó especialmente buena! Tortas de salchichas, que aquí se llaman winnies -las salchichas-.
Ahora, escribo esto bebiendo chocolate caliente con café, en una taza preciosa que me regalaron mi hermanita y su novio. El peso de la taza, la sensación del material cuando pongo la boca en el borde, son la gran cosa. Como dice Louise Hay: "Todo está bien en mi mundo".
Silvia Parque