El clima era ideal para pasar toda la noche en el sofá escuchando buena música y bebiendo un expreso…
Afuera, el viento movía el viejo árbol del jardín y las hojas cantaban armoniosas una silente calma.
—¿Cómo estuvo tu día? —dijo él mientras sorbia el café.
La silueta delgada de aquella mujer parecía no inmutarse a las preguntas de su acompañante.
—Hoy fue un día de locos. Imagínate que la asistente del contador ahora será la jefa del departamento —platicaba con desdén—. Aun no lo han anunciado de forma oficial y ya se ha mareado por subirse a ese escalon.
Ella seguía sin dar replica a él.
—Lo siento, sé que no debería aburrirte con mis tonterías. Mañana será un largo día y es mejor que me vaya a descansar, buenas noches.
Tras despedirse de aquella mujer, apago la lampara de mesa que débilmente alumbraba la sala y junto con la tenue luz, la silueta de la mujer se perdía entre la obscuridad de la habitación.
—Descansa, mañana será otro día.