‘¡Qué noche mala, sólo he dormido por la mañana, debido a mi imsonio!’, dijo una mujer. ‘Había muchos mosquitos en mi casa, también no he dormido bien’, añadió un hombre. Ni ella va a intentar dormir mejor ni él va a comprar un repelente para mosquitos o un veneno para combaterlos. Las cosas simplemente se quedan como están…
Muchas personas tienen la mala costumbre de llevar los problemas del trabajo para sus casas y/o viceversa. Si no hay una distinción entre dichos lugares, esto podrá perjudicar el dia a dia, pues cuando no hay diferencias entre casa y trabajo todo es una sucursal. Llevar las tareas de la empresa para el hogar puede poner en riesgo una buena relación en la familia. Es el/la marido/esposa que pide más “atención”, son los niños que quieren tener más cerca su padre/madre. Y, si cuentas tu vida para tus colegas de trabajo, probablemente serás el tema de muchas reuniones… las que no estuvieras. ¿Alguien te podrá ayudar?: Si no, lo mejor es callarte.
Si el estrés y la depresión eran considerados enfermedades del siglo 21, parece que se adelantaron, porque a finales de los años 90 ya eran muy comunes. Antiguamente, estos problemas eran exclusividad de los ricos o intelectuales, pero hoy cualquier persona dice que está “estresada”. Dicho termo se ha tornado trivial al sustituir la “fatiga”. Hogaño sólo se usa este adjetivo para los ejercicios físicos, por ejemplo.
Cuando ciertos problemas incomodan a un individuo, sus noches son malas: se “da vueltas” en la cama y no consigue dormir. A todo el momento va al cuarto de baño, por ejemplo, o pasa toda la noche viendo TV o en la computadora. El sexo ya no es tan intenso el cuanto debería ser: hay siempre alguien fatigado, o entonces, hay que despertarse muy temprano mañana, por eso no hay como hacer que dure más tiempo. Es como si fuera un gallito rápido: eyaculó, acabó… Seguramente algunos lectores van a decir que esto no les ocurren y que es cosa del autor de Mundo Dimasiado (risas). Sin embargo, ¡los cuernos hablan por sí sólo en ciertas personas!
Algunas pesquisas dicen que la mejor hora para que los hombres chinguen es por la mañana, porque así podrían trabajar bien dispuesto. Cualquier problema que les surgieran iban a enfrentarlo de muy buen humor y mente equilibrada. Ya en el caso de las mujeres la noche sería mejor para relajarse. Verdad o no verdad, el sexo es bueno a cualquier horario. Se necesita apenas el deseo, la persona cierta y el lugar adecuado.
El día siguiente: ‘¿Estás bien, fulano/a?’, pregunta algún/a amigo/a chismoso/a (preocupado con tu bienestar). ‘Sí, estoy bien, gracias’, Tú le contestas. Tu cara de satisfacción por haber hecho el sexo es evidente, tras algunas días de “tinieblas”. Las personas se acusan involuntariamente: hay un brillo distinto en los ojos, las ropas o cualquiera otra cosa que muestre una transformación.
‘¿Por qué estás sonriente? ¿Qué te has pasado?’, continúan las preguntas. Habla solamente en la presencia de tu abogado (risas). ‘Ah, nada demás, y es que he dormido bien por la noche’, Tú contestas de nuevo.
Es evidente la intereferencia que el sexo tiene en la vida de las personas, aunque digan el contrario, que el amor es más importante etc. Sobre todo nadie ha logrado probar lo contrario. ¡Buenas noches, buen “polvo!”