Con respecto a las huellas, hablamos de la necesidad que tiene un rastreador de conocer la anatomía de las extremidades de los animales, para de este modo deducir con mayor facilidad la forma de las huellas de cada uno y el tipo de locomoción utilizado. Una caja con esqueletos de diferentes extremidades nos aclaraba lo que quería decir con todo esto y al tiempo nos mostraba el maravilloso trabajo de la evolución en las extremidades de los animales. Esto mismo pudimos advertir en la caja de las extremidades y picos de las aves.Además de moldes de huellas de diferentes aves y mamíferos, pudimos ver otros indicios que nos hablan de la presencia de animales en un lugar determinado como excrementos, plumas, huesos, pelo…
Como terminación hicimos una pequeña excursión en búsqueda de rastros, pero tan sólo vimos huellas de perro, gato, tórtola y otras avecillas sin determinar. Un niño encontró una mandíbula de erizo común y se sorprendió al saber de que era. Supongo que el souvenir iría a parar a su casa...
En otro apartado, Belén montó el taller de confección de un cuaderno de campo. En este taller, con moldes de hojas hechos por nosotros y con plantillas de animales con sus huellas, los niños dibujan fácilmente animales, huellas y hojas de árboles que después se llevan a casa unidos a modo de encuadernación con un trozo de cuerda . Todo artesanal.
Los niños cuentan con unas hojas que les sirven de ejemplo para que sepan como rellenar las hojas con datos que un naturalista apunta, y también para que sepan como colorearlos si así lo desean. Algunos niños no se levantan hasta que todos los animales y hojas han sido reflejadas en sus primeros cuadernos de campo. Aquí vemos como uno muestra orgulloso su hoja correspondiente al gato montés.
Fue en resumen una tarde amena y perfecta en agradable compañía.
Doy las gracias aquí a Ricardo, a sus colaboradores, a la Asociación de amigos del Río Guadalope y a todos que hicieron posible estas jornadas.
Por la noche fue el turno de la observación del cielo y al día siguiente la jornada de anillamiento científico y el paseo con Voluntarríos.
Todas las fotografías que ilustran esta entrada son de Ricardo Rodríguez, de KARALOM.