Peeeeeero hay dos dulces que me chiflan: los buñuelos y los polvorones y mantecados.
Así que cuando llega octubre (que, por cierto, es un mes que me encanta, seguido muy de cerca por diciembre) ya empiezo a relamerme esperando los buñuelos en las pastelerías. Además, tengo una especial obsesión por los que van rellenos de batata, un relleno que en Madrid es muy difícil de encontrar y más de una vez me he tenido que hacer un tour por el barrio buscando un sitio donde los vendan.
Este año, cosa rara, no he tenido ningún problema en dar con ellos. Mi marido esta mañana ha comprado una bandeja de rellenos surtidos y 10 unidades de batata sólo para mi (a él no le gusta).
Así ha quedado la bandeja tras el postre de este mediodía.