No se trata sólo de negar la existencia del ego, porque el ego es algo relativo. Cuando se piensa en una persona exterior o en un ser superior, cuando se tiene el concepto de algo separado de uno mismo, se tiende a pensar que, dado que algo existe fuera, también tiene que haber algo en nuestro interior. El fenómeno exterior a veces se convierte en algo abrumador y parece poseer toda clase de cualidades seductoras o agresivas, por lo que erigimos una especie de mecanismo de defensa frente a él, sin conseguir entender que este mecanismo es en sí mismo una continuidad del hecho externo. Intentamos aislarnos del exterior, lo que crea en nosotros una gigantesca burbuja que consiste nada más que en aire o en agua o, en este caso, en el miedo y reflejo de la cosa externa. Esta inmensa burbuja impide que entre el aire fresco: es el "yo", el ego. En ese sentido, puede hablarse de la existencia del ego, pero en realidad es ilusorio, porque generalmente queremos crear algún ídolo o refugio externo. En nuestro subconsciente, sabemos que este "yo" sólo es una burbuja que puede estallar en cualquier momento, por lo que intenta protegerlo todo lo que puede, ya sea de forma consciente o inconsciente. De hecho, hemos adquirido tal habilidad para proteger este ego, que hemos conseguido preservarlo durante cientos de años. Es como si una persona tuviera un par de gafas de gran valor que guarda en una caja u otro tipo de estuche para tenerlas a salvo, de modo que, aunque se rompieran otras cosas, esta quedaría intacta. Esa persona sabe que otros objetos pueden sufrir daños, pero no sus gafas, que durarán mas. De la misma forma, el ego dura más sólo porque tenemos la sensación de que puede estallar en cualquier momento. Se tiene miedo de que quede destrozado en cualquier momento. Se tiene miedo de que quede destrozado porque sería demasiado, nos sentiríamos demasiado expuestos. Establecemos fuera de nosotros un determinado personaje, un modelo maravilloso, aunque en realidad es nuestro propio reflejo. Por eso, la idea de la ausencia de ego no plantea la cuestión de si existe o no un yo, o, para el caso, de si existe o no Dios; se trata de eliminar el concepto de burbuja. Una vez hecho eso, no hay que destrozar el ego o condenar a Dios de forma deliberada. Y cuando se ha traspasado esa barrera, uno puede traspasarla y extenderse más allá. Esto sólo puede conseguirse mediante la meditación, que debe emprenderse de una manera muy sencilla y práctica.
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Meditación en la acciónChögyam Trungpa (Kham (Tíbet), 28 de febrero de 1939 - Halifax (Canadá), 4 de abril de 1987)Esta obra es ya un clásico que sigue inspirando tanto a principiantes como a avezados practicantes de meditación budista. Chögyam Trungpa, uno de los maestros budistas contemporáneos más destacados, nos enseña que la auténtica meditación va más allá de una práctica pasiva circunscrita a una determinada postura o limitada a unos momentos concretos del día.