Revista Diario
Cactus
Publicado el 31 marzo 2011 por RizosaMi papá colecciona cactus. Los tiene de todos los tamaños, de todas las clases, de mil formas y colores diferentes. No recuerdo cuándo empezó a llenarnos de estas plantas el balcón, pero desde entonces es difícil salir a tomar el aire sin pincharte.
"Los cactus son como las personas", me dijo un día, mientras los regaba (porque aunque parezca que no, también hay que darles de beber de vez en cuando) y les quitaba los bichitos con un spray y mucho mimo. Señalando al rey de la balconada, un cactus enorme y viejo, majestuoso, antipático y repleto de espinas brillantes, continuó su discurso: "algunos parecen peligrosos, con pinchos enormes y piel rugosa, pero en realidad los que más pinchan son los que tienen flores y esa pelusilla que parece terciopelo, que se te clava bajo la piel y te duele durante un tiempo".
Yo sonreí sin decir nada, porque entendía muy bien a qué se refería mi padre.
Una vez te di un abrazo y una de tus espinitas se me quedó clavada en el pecho. Al principio creí que era algo que tenía enganchado en la camiseta, una especie de palito o de astilla que me traje de la calle, y me pasé semanas buscando y frotando la tela después de lavarla de mil maneras diferentes. Pero me la ponía y me volvía a picar.
Más tarde comprendí que no era la camiseta, porque al cambiarme de prenda el pinchazo seguía ahí.
Me puse delante del espejo en ropa interior y por fin la vi: justo sobre el corazón tenía una espinita minúscula, casi imperceptible. Cogí las pinzas de depilar y traté de darle un tirón, pero era tan fina, pequeña y elástica que las pinzas no podían agarrarla. Me froté con la esponja de crin, con las uñas, con el cepillo de dientes... pero sólo conseguí hacerme una herida que potenciaba aún más el dolor que me producía la espinita al rozarse con la ropa.
Ha pasado mucho tiempo (semanas, meses... años), pero hoy por fin me he puesto un vestido y he dejado de notar nada sobre el corazón. Tu espina se me ha debido caer esta noche, mientras dormía.
Y eso sólo puede significar que ya no me importas.