
Es la tercera vez que entra en quirófano. Esta vez en el de Maxilofacial. La primera en el de Cirugía, por una rotura de bazo por una patada. Casi no la cuenta. La segunda, en el de Torácica, por 7 costillas rotas tras una paliza con una barra de hierro que le perforaron la pleura. Se atrevió a decir que no. Tremendo insulto. A este paso, no queda mucho para que pase por el de Neurocirugía y su hija se quede sin madre. Es joven, guapa, con ese pelazo moreno ensortijado y esos ojos grandes, que parecen contener toda la tristeza del mundo tras las pupilas. Tiene un rictus de amargura tatuado en los labios. Y una frase en el muslo: "Yo elegí cada golpe". ¿Cómo ayudas a alguien que elige elegir eso?
