Cadencia XI

Mecido por una soleá
con hambre de sueños,
al compás de la memoria
que da forma a tu mirada,
con tu sabor anidando
en el deseo de mis labios.
Traspasado por manos
que de tanto cerrarse
me arrastran al vacío,
al aire de ternuras
que se vuelven infancia cotidiana,
con tu piel a flor de beso.
Salvado por aromas
que dibujan el perfil de los milagros,
a la sombra de las torres
que callan las voces del tiempo,
con tus palabras recorriendo mis raíces,
respiro el silencio que te envuelve
hasta convertirme en la tierra de tus pasos,
en el aire de tu pecho,
en el cuerpo que vive esperando tus caricias.