
Anhelo el compás de la belleza
que me traspasa hasta retornar mi voz,
anhelo los perfiles de la luz
que me inundan la mirada
y le dan forma hasta revestirla de ternura,
anhelo la esperanza
que modela cada gesto de mis manos
volviéndose nombre, caricia y certeza,
anhelo el tiempo detenido en cada palabra,
la cadencia del silencio atravesando mi piel,
el hambre de raíces del que bebieron mis versos,
anhelo el aliento que me adivina sagrado
y me sostiene en cada encrucijada.