El café lo compro en un tostadero de café, recién tostado y lo muelen con precisión para el tipo de cafetera indicado, una Saeco express que es una maravilla. El aroma que desprende es indescriptible. Los cafés envasados de supermercado pueden ser un mal menor cuando no hay más remedio, pero no tiene nada que ver.
La leche condesada, La Lechera. Un día me comentó mi octogenario padre que ya de pequeño se vendía, por lo que algo saben sobre preparar tan rico alimento.
Y el anís, Marie Brizard. Unas gotas. O un chorrito, que no pasa nada, mal que le pese a la minstra Espinosa. Un día es un día. Jeje.
Con todo ello obtenemos esta maravillosa bebida:
Y mientras sigue sonando Mozart. Concierto para piano nº 21. No componía mal el chaval, no.