Revista Talentos

Caifanes, ese rock que toca la fibra

Publicado el 18 julio 2011 por Perropuka

Caifanes, ese rock que toca la fibraDos décadas ya, y todavía pulula en mi cabeza el sonido fresco e intemporal de esta banda. Siempre me he preguntado (casi inconscientemente) de donde viene el nombre tan extraño, que suena casi reptilesco, y lo más extraño, nunca me preocupé por averiguarlo, manías mías. No importa, tampoco  me interesa conocer las manías de los artistas, me basta con su arte. Lo siento, hoy me siento desconsolado, me toca la fibra esa canción angustiosa, molecular y desesperante que es “La célula que explota”. Sus acordes de guitarra iniciales son tan desgarrantes y tendientes a la lejanía, con esa voz del vocalista que parece sufrir en carne propia la laceración del desamparo amoroso. Hay veces  imperdonables para no hacerse amigo de un tequila, porque apenas lo tolero,  es muy fuerte para mi gaznate, a lo sumo un par de rondas para calentar el cuerpo y levantar el ánimo. Venga limón para borrar su dejo amargo y luego salar la desdicha.Quién no ha bailado esa cumbia sicodélica y legendaria que es “La Negra Tomasa”, estos güeys se atrevieron hasta con la movida y lograron mover a medio mundo en las salas de baile, atención a la versión extendida que es un ejercicio maestro de conjuntar cumbia y rock, dos géneros enemigos por naturaleza. Nadie más se atrevió. Ni ellos mismos, porque supieron que la Tomasa es insuperable.En mi contadas farras me gusta exigir silencio a los colegas cuando suenan los acordes de “Aquí no es así”. Es mi manía personal, pedir dos o tres veces su repetición, hasta hace poco era mi canción favorita en castellano, pero lo he ido superando, eso no quiere decir que la haya arrinconado, me sigue deleitando sus punteos de esa  guitarra y su lírica oscura que se pierde en una bruma invocatoria del pasado.Con el álbum, El nervio del volcán,  su trabajo más logrado, llegaron a las profundidades de un sonido telúrico, apoteósico y maestro. Una especie de homenaje a los dioses tutelares, una invocación a las raíces del México profundo. Del amplio repertorio de la banda, algunas tengo que elegir entre mis favoritas;  “Perdí mi ojo de venado”, “Mátenme porque me muero”, “Detrás de los cerros”, “Los dioses ocultos”, “Aviéntame” y otras. Salvo el tema “Afuera”(muy popular eso sí), ninguno otro suena tan bronco, visceral o combativo. Caifanes es sinónimo de prodigio técnico, sonido reposado y lírica destilada con la amargura de un buen tequila. Y de la voz, qué se puede decir; quejumbrosa, rota y definitiva. Mi pecado es no saber el nombre de este artista, después de tantos años tampoco voy a investigarlo, cosa rara pero su nombre no sonó como el de los vocalistas de otras bandas y eso que tengo excelente memoria.Amigos españoles borrad de vuestra memoria a ese rock que sabe a mariposas de Maná. He estado allí,  su sonido blandengue y repetitivo hasta la náusea se llevaba el crédito de “rock mexicano” en todas las radios y el imaginario colectivo, y eso que los Caifanes son más antiguos. Deteneos, dadle una oportunidad y deleitaros con su virtuosismo surgido desde las entrañas. Entretanto aquí me quedo al solaz de su hechizo enfermizo y me transporto en el tiempo con “No dejes que”  o quizás elegiré el gemir del bajo de “Hasta morir”.Eso sí, no hagan caso a los últimos Caifanes,  Jaguares dicen que se llaman. Porque mutaron de piel, no significa que pudieran camuflarse, no rugieron ni para sus gatos pardos incondicionales. Al menos a mí no me conmovieron sus rugidos, a quién sí.

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