Calle desierta y el ruido ensordecedor de un coche rompiendo el silencio de la madrugada. Ha llovido, no porque yo lo sepa, sino porque las aceras lucen mojadas y por una vez limpias. La gotas repican contra el suelo al precipitarse de los árboles junto con las hojas otoñales. Todo el mundo duerme. Los semáforos parecen intercambiar señales de algún patrón desconocido y las luces de las farolas titilan como si guiñasen los ojos.El otoño ha llegado raudo a la ciudad de Evaphora. La afluencia de turistas ha disminuído a causa de las lluvias torrenciales de los últimos 2 meses y ningún alma parece habitar los pueblos de la periferia. Sin embargo, la he vuelto a ver en mis sueños. Con su paraguas amarillo a juego con su chubasquero, lo suficientemente protegida para que su pelo liso color caoba no se moje con la más mínima gota. Su gorra vaquera ,ya algo desgastada por el tiempo, oculta su rostro pero deja vislumbrar su bonita sonrisa y sus pequeñas manos protegidas por unos guantes tb algo usados esconden unas palmas agradables y cálidas.La primera vez que soñé con ella tuve la sensación de ya haberla visto antes. No sé si en otros sueños u en otra vida anterior. Ocurrió la última noche de verano en la que vino el mayor aguacero del siglo. Nadie se lo esperaba pero este tentó de desbocar los ríos y abrirse paso hacia la vida, aunque hubiese vidas de por medio vaya. Yo tenia apenas 7 años y noté como una manos me rescataban y zarandeaban en busca de hacerme volver a la vida...
Aunque ya fuera tarde...
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