a Lila Zemborain, con el cariño de siempreElla tenía los ojos más centellantes que podía poseer alguien sobre la tierra. Cambiaban de color según la estación,eran de esos que te siguen desde el ángulo que los vieras como esos retratos 3D. Cuando la vi subir al autobús, supe que no había nada más extraño que esa mirada. Al llegar a la 179, entré al subway y allí estaba nuevamente a punto de subir a la F. Se sentó a la otra esquina. Y pude adivinar su olor casi a hurtadillas, por entre sus piernas. Bajamos en la 57 y al cruzar la avenida la vi desaparecer entre la gente.
Sus ojos se volvieron mi obsesión. Esperaba a que llegaray subiera al bus para después entrar al tren; incluso un día demoró tanto, que llegué tarde a trabajar. El verla formó parte de mi quehacer diario: el esperarla y dejarla partir sin hablarle. Comencé a conocer cada vestido, zapatos, lunares o leves estrías que tenía en su cuerpo. Con sólo verla podía intuir si estaba de buen humor o de mal ánimo.
Esos ojos me persiguieron por dos años, hasta que decidí que era suficiente y pensé que lo mejor era cambiar de rutina, algo que me hiciera olvidarla. Pero me fue imposible, hasta que por fin pude resolverlo. Es por ello, que ahora me siento mucho más tranquila, incluso puedo leer alguna revista para no aburrirme en la ruta. Cuando me entra la nostalgia,voy a mi cuarto, abro el último cajón de mi viejo armario,y veo sus ojos que me miran imponentes desde el fondo de una cajita de jabón.
(y sigo usando el elemento ocular :)