Revista Literatura

Calentando la guerra más fría-1. Convocatoria

Publicado el 17 junio 2013 por Xabelg

Calentando la guerra más fría-1. Convocatoria
La guerra fría no se había acabado junto con la Urrs, eso lo sabía bien Nuria Casares, puesto que la guerra fría, realmente no era una guerra entre potencias mundiales como erróneamente se creía, sino que era la guerra entre clases, concepto que tantos detestaban oír.
Aunque fuese menuda y pareciese delicada, con sus grandes ojos verdes y su corto pelo castaño, con mirada huraña,y su piercing en la nariz, Nuria no era precisamente una combatiente inexperta, y no solamente por edad, pues ya calzaba sus buenos 34 años. Además de eso, ya había estado en muchas batallas y sabía que era lo que estaba en juego, no era ajena a nada, ya había probado el aislamiento de un calabozo, y todas las cicatrices de escaramuzas protagonizadas por ella, atestiguaban su combativa trayectoria, como condecoraciones. Nuria sabía desde hace tiempo que nadie estaba a salvo de ese darwinismo socioeconómico que imperaba en la actualidad, ni siquiera estaban a salvo los que les hacían el juego a la patronal, como era el caso de su hermana Sonia, que había sido despedida hacía unos pocos meses de su, hasta entonces venerado DonMarket, y languidecía en el paro, lesionada, y bordeando la depresión, teniendo Nuria que cuidar de ella, a su pesar.
Ahora, una vez acabado el precario contrato temporal que había firmado, con mucho tiempo libre por delante, y no sin haberse despachado a gusto con su ya ex jefe, se dirigía a una  reunión, caminando a buen paso, mientras el día se iba oscureciendo, reunión convocada vía internet por ella misma, entre otros, por una vía segura y cifrada, para que no se colara ningún lacayo del enemigo. Pero antes, tenía que hacer una pequeña parada, en la librería en la que trabajaba Asier, ex pareja de Nuria, y el otro artífice de la reunión a la que se dirigían. Asier era más bien apacible, con su pelo moreno y corto y mirada tranquila, con sus ojos marrones semicerrados, a lo que se sumaba una recortada barba que le hacía parecer un poco mayor de lo que era, apenas dos años más que Nuria. El pacífico y silencioso carácter de Asier, le hacía soportar y superar cualquier revés que la vida le lanzara, razón por la que, al comprobar la incompatibilidad como pareja de  Nuria, descubrieron que su amistad era inquebrantable.
A Nuria, la  injusticia constante y abusiva, le hacía hervir por dentro, como si de repente fluyera por sus venas lava, en lugar de sangre, y estaba harta de reunioncitas, pegadas de carteles, recogidas de firmas, y demás historias. Nuria sentía que se tenía que hacer algo ya, y hacer algo contundente de verdad.
Cuando llegó a la librería, a la hora en la que Asier salía, notaba que estaba que echaba humo por las orejas pensando en esas cosas que tanto le sublevaban. Asier, al verla, como la conocía, se sonrió. A veces pensaba que Nuria se pasaba de la raya, pero compartía su misma meta. El servía como contención de Nuria, para que no se extralimitara demasiado, aunque no siempre era una labor fácil.
-Nuria, te preguntaría que tal el día, pero ya veo que la olla a presión está echando vapor.
-Que gracioso, vengo a buscarte para decirte que he cambiado el lugar de la reunión, y no seremos más de 20 personas.
-Lo imaginaba, la verdad es que con tan poco información, la gente ya no se fía. Y donde es el nuevo lugar?
-Será en el Urban Café, y dentro de unos veinte minutos. Carlos está sólo hoy, nos deja usar el almacén, allí nadie nos molestará, y además acabaremos pronto, lo que tengo que decir, no es debatible.
-Lo se, y sabes que te apoyo, pero temo que la gente se asuste, y no participe nadie.
-Pues yo creo que si, seguro que no somos los únicos que estamos hartos de verdad. A quien le asuste lo que tenemos que decir, que se quede en su puta casa. Y dejémonos de cháchara y vamos hacia allí, joder, tenemos que ser los primeros en llegar.
Como en otras tantas ocasiones, Nuria siempre dejaba con la palabra en la boca a los demás, era algo que a los demás les llamaba la atención, pero no podía evitarlo, era parte integrante de su carácter. Las cosas que había visto y vivido, no le habían dulcificado el carácter precisamente. Cualquiera que se parara a hablar con ella, y esperara una conversación almibarada, se había equivocado por completo. Para Asier, era una especie de portadora de la guerra, que en alguna ocasión se había visto obligado a suavizar las bruscas palabras de Nuria, diciendo algo conciliador, como en alguna asamblea del 15-M. Nuria podía pecar de muchas cosas, pero desde luego una de ellas no era irse por las ramas, ni tampoco un excesivo pacifismo.
Al rato, llegaron al Urban. Carlos estaba en la barra, y sólo había tres clientes en todo el local dos sentados a una mesa, charlando de sus cosas, y otro en la barra, sumergido en las mentiras que le escupía en periódico que estaba leyendo, lo lógico un lunes a esas horas, le saludó Asier, adelantándose a Nuria, por si acaso su lengua volvía a restallar como un látigo sobre los demás:
-Hola Carlos, que tal ? Nos alegramos de tu recuperación. Ha venido alguien?
-No todavía no. Por no venir, casi ni han venido clientes hoy.
-Bueno, es que aún no es la hora. Oye, gracias por dejarnos hacer esto.
-No hay de que, pero no arméis mucho jolgorio, si hacéis el favor.
-No te preocupes, ya me encargo yo de que la cosa sea tranquila, y rápida. Intentaremos que todo sea breve. Nuria, podrías ir entrando tu, que yo me quedo aquí para indicar a los que vengan?
-Vale, así me fumo un cigarro mientras. No te entretengas demasiado, que te conozco.-Refunfuño Nuria.
-Bueno, Carlos, me podrías poner una cervecilla, para entretener la espera, y hacer algo de gasto a la casa?
-Ahora mismo mismo, Asier.-Contestó Carlos, con una sonrisa.
Nuria, en el almacén, encendió la luz, y se sentó en una gran caja de cartón, mientras se encendía un cigarro. Mentalmente, les dio a todos de tiempo, hasta que terminara de fumar, como no apareciera nadie, o se quedaran en el bar remoloneando en el bar, se iba a cabrear, y se lo iba a hacer saber a todos.

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