Revista Literatura

Calentando la guerra más fría-6. Hermanas

Publicado el 04 septiembre 2013 por Xabelg

Calentando la guerra más fría-6. Hermanas 
Sonia, como de costumbre en los últimos tiempos, estaba tirada en un bar, bebiéndose la prestación por desempleo para mitigar sus dolores. Exhibiéndo sus atributos y acostándose con desconocidos para olvidar la penosa existencia que era su vida cotidiana, intentando olvidar una vida que le era desagradable.
En casa, se tumbaba en la cama, medio borracha y entumecida, con los ojos abiertos, mirando al techo e intentando evocar una mejor existencia, más agradable, pero fracasando siempre en sus intentonas, para acabar una vez más por ser invadida por el desasosiego.
De vez en cuando, su vegetar en la cama era interrumpido por angustiosas y recurrentes vomitonas, originadas por su generosa ingestión de alcohol, sumadas a su ruinoso estado de ánimo. Vomitonas en las que expulsaba lo que a Sonia se le antojaba gran parte de su estéril y desperdiciada vida.
En ocasiones, en su ebrio deambular por las calles, se detenía frente a la puerta de su antigua empresa, DonMarket, deseando entrar sin atreverse, mientras veía a los miembros de la plantilla, a los que obsequiaba con numerosos balbuceos, que pretendían ser insultos y amenazas, tras lo que volvía a emprender su marcha sin rumbo. Un día, se atrevería a entrar, para decirles a la cara lo que pensaba de ellos, y escupirles su resentimiento a la cara.
Cuando la pequeña expedición regresó al viejo hotel, Asier estaba en la oficina, a oscuras, sin asomo de sueño, pensando en lo que Nuria podía desencadenar. Le ponía nervioso, a veces esa chica no tenía medida. La tensión por lo que podía acarrear para todos, le quitaba el sueño, pero por mucho que lo intentase no podía impedir que ella hiciese lo que quisiera.
El equipo de Nuria había tenido que dejar en sus casas a cinco de las seis chicas que se habían llevado del Olimpo, ante la insistencia de las mismas. Tan sólo una, que no tenía hijos ni familiares a su cargo, había querido quedarse, Inés, una chica alta y morena, que tenía ganas de desquitarse de las vejaciones de las que había sido objeto. 
Nada más llegar, la misma Nuria, tras quitarle la venda, le puso al corriente de las actividades de debería llevar a cabo. Le explicó los métodos y los objetivos. 
-Esto es lo que queremos, y nuestro modo de llegar a ello. Estas completamente segura de querer participar con nosotros, Inés?
-Si, quiero quedarme con vosotros. Llevo años deseando algo así. Estoy segura.
-Muy bien. Tu entrenamiento comienza desde ya!
En aquel mismo instante, en medio de la noche, y bajo la mirada de Asier, desde su ventana, Inés inició su insurgente aprendizaje.
Al cabo de un rato, Nuria alzó la vista y vio a Asier a través del cristal, haciéndole señas para que subiera al despacho. Dejó a Inés bajo la supervisión de Clara, una chica de pelo rubio muy corto, y con los ojos de colores diferentes, uno verde, el otro azul. Clara era la más vieja amiga de Nuria, y con una trayectoria similar a la suya, siendo muchas veces compañera en sus batallas. Las dejó allí, y subió a ver que quería ahora Asier.
-Que pasa ahora, Asier? No se suponía que no ibas a hacer preguntas sobre mis actividades fuera de estas paredes?
-No es eso, es que no puedes traerte a toda la gente que te apetezca e instalarla aquí, no somos millonarios, los recursos son limitados.
-Estamos para eso. Se supone que la asociación se organizó para ayudar a los que no tienen nada.
-Pero para un número limitado de personas, no puedes llenar esto, sólo porque quieras un ejército. La capacidad de este lugar es grande, si, pero no infinita. Y las personas comen, sabes? Aquí nos gastamos la mayoría del presupuesto en eso. Que les vamos a dar cuando se acabe el dinero de las subvenciones, piedras?
-Si el problema es ese, no te sulfures por ello. Me encargaré yo cuando llegue el momento.
-Eso no me tranquiliza en absoluto, tus métodos no son los más refinados…
-Tú sólo déjalo de mi cuenta, y no te preocupes más del tema, no habrá problemas.
-Es que los problemas suelen caminar a tu lado, y normalmente salpican a los demás. Lo que tú hagas, puede repercutir en la asociación, y puede deshacer todo el bien que intentamos hacer desde aquí, además de que puede llevarnos directamente a la cárcel a algunos. El riesgo es demasiado grande.
-Tranquilizate, quieres? Te repito que no hay peligro. Aunque esos cabrones investigaran, no pueden relacionar la asociación conmigo. No hay ninguna conexión, no figuro en ningún documento, legalmente sólo soy una transeúnte más, refugiada aquí. No hay forma de que te salpique la mierda, ni a ti , ni al proyecto, así que deja de joder con tanta queja!
-Sólo te cuidado con las cosas que haces, y cómo las haces. No quiero que las cosas se pongan mal para nadie.
-Ah, pero es que las cosas están bien?
-Bueno, yo ya te he avisado. Si tus tejemanejes te estallan en la cara, ya es cosa tuya.
-Ya lo se. Eso es lo que quería que entendieras, joder! No le des más vueltas, yo asumo la responsabilidad, aunque no lo creas.
-Espero que si, por el bien de todos… Es tarde, es mejor que nos vayamos todos a dormir…
Asier dio la conversación por terminada, y salieron de la oficina, que cerró con llave, tras lo que se retiró a su cuarto. Nuria interrumpió el entrenamiento de Inés, y dijo que se fueran a dormir, que continuarían al día siguiente. Todos fueron a descansar, tras un día de intensas experiencias y emociones.
Unos días después, Nuria, disfrutando de un plácido sueño, fue arrancada de el por efecto del sonido de su propio teléfono móvil. Eran apenas las diez de la mañana, y respondió a la llamada aún sin haberse despertado por completo.
-Mmm… si?
-Nuria? 
-Si, soy yo… quien es?
-Soy Jaime, del sindicato, el que ayudaste a crear… no se si te acuerdas de mi…
-Jaime, si, me acuerdo. Hacía tiempo que no sabía de ti. Pasa algo?
-Pues si, es Sonia, tu hermana. Está borracha, y ha entrado en la tienda, montando un buen show, insultando y escupiendo a todos. Podrías venir a recogerla?
-Joder! Esta tía tía no sabe hacer otra cosa que no sea dar por el culo! Voy enseguida. Gracias por avisar.
Corrió a despertar a Clara para que la llevara, mientras se vestía a toda prisa. Por suerte, Clara era madrugadora, y ya estaba despierta y lista para lo que fuese. Dudaron en si coger o no una de las furgonetas, pero no había tiempo para pedirle a Asier si podía dejarles usar su coche, así que cogieron la furgoneta y se marcharon a toda prisa.
Cuando llegaron, dejaron el vehículo en el aparcamiento y corrieron al interior de la tienda. Jaime andaba por ahí, y les puso al corriente de la situación.
-Hola Nuria, gracias por venir tan rápido. Tienes a tu hermana en el almacén, que es el único sitio donde no se le oye.
-Que ha hecho esta vez?
-Pues que como muchas veces, ha pasado por aquí delante para desahogarse gritando insultos, pero esta vez no se ha quedado contenta y ha entrado para decirle a los encargados y directivos, y de paso a nosotros también, que somos una panda de cabrones, y otras cosas que no te diré. Hoy lleva una señora borrachera encima.
-Vale, Jaime, yo me ocupo. Puedo entrar allí y llevármela?
-Si, por favor, sácanosla de encima, que está muy agresiva. Aunque no se si podrás razonar con ella.
-No voy a razonar, sólo a llevarmela de aquí. Clara, trae la furgoneta hasta la puerta del almacén.
Nuria entró en el almacén y vio a Sonia con rostro desencajado, debatiéndose con Adrián, el coordinador, bajo la estupefacta mirada de dos trabajadores que allí estaban. Sonia maldecía a todo y a todos a voz en cuello. Se giró, y miró a Nuria, a la que dedicó una retahíla de insultos que harían ruborizarse a un camionero. Adrián también reconoció a Nuria, y le pidió que se la llevara.
-Nuria, llévate a esta borracha, y que no vuelva más por aquí, está espantando a los clientes, y da mala imagen.
-A mi no me des órdenes, chupapollas de mierda!  Si está así es por culpa de hijos de puta como tú, que sobráis de éste mundo. 
Sonia se acercó a Nuria aumentando el volumen de sus chillidos, lo que la crispaba, de modo que hizo lo que creyó necesario para que cesara. Sin mediar palabra, se giro y le dio un puñetazo en la cara, que la tumbó. Nuria contempló satisfecha como caía al suelo, y le produjo más placer aún el miedo que se reflejaba en la expresión del rostro de Adrián, que si siempre le había tenido cierta aprensión, ahora se estaba convirtiendo en miedo.
Clara ya estaba en la puerta de proveedores del almacén esperando con la furgoneta en marcha. Nuria abrió la puerta de atrás y metió el cuerpo inconsciente de Sonia sin dificultad, tenía mucha fuerza para ser tan pequeña.
-Bueno, Adrián, nos vamos. Hasta la próxima, mierdecilla, que te den por el culo!
Nuria se metió junto a Sonia por la parte de atrás y emprendieron la marcha. Le dijo a Clara que la llevarían a su piso. No quería tener a Sonia incordiando en la sede de la asociación. Al menos, de momento no.

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