Calores y horas.

Publicado el 19 julio 2010 por Francissco

Que tendrá el verano mamoncete que a la que te das cuenta ya se han pasado veinte días del mes de Julio, has sudado la gota gorda como nunca y las vacaciones ya parecen haber terminado antes de comenzarlas. El verano es un maldito mito, que solo tiene las ventajas de un supuesto tiempo libre de mayor extensión de lo habitual, pero hasta dicha duración nos resulta difícil apreciarla hoy en día.

Es un tiempo nuestro, eso sí,  todavía con las connotaciones de la feliz (supuestamente) época escolar, cuando pillabas aquellos dos maravillosos meses y medio de asueto y el asunto parecía, realmente, el mismísimo comienzo del Tiempo, escrito así,  con mayúscula de vivencia vital vacilona. Y es que, las horas de la vida deberían vivirse con intensidad, disfrutando de las sensaciones de los sentidos y todo eso tan sensualista y resultón que dicen ¿los poetas?  ¿los hippis?  ¿los psicólogos especialistas en sosiego?

Una de las sensaciones,  y de las más importantes, debería ser la de la temperatura percibida. Hemos caído en el absoluto absurdo del aislamiento completo respecto del clima y del exterior. Nada tan castrante como esas oficinas y locales  -y hablo por experiencia-  con instalaciones refrigerantes ultrapotentes, que te provocan el que se te forme una cara de sorbete de limón y pilles unas infecciones con aspergillius de muy señor mío (toco madera).

Somos tan debiluchos que nos van los espacios asépticos al estilo quirófano para pasar las horas. Nos alienamos de nuestra vivencia de lo térmico y lo transpiratorio. No es extraño que las estaciones del año transcurran a cien por hora fuera de nuestras urnas artificiales, como si viajáramos en una nave espacial a velocidades relativistas. A lo mejor, es por eso por lo que existen tantas personas meteoropáticas, un palabro espantoso, que se suaviza cuando averiguas que tan solo señala a los fulanos que les duele la espalda  -u otro segmento- cuando cambia el clima. Como lo evitamos, este  nos jode.

Esta aseveración la contradice el hecho de que hace años y en zonas rurales también había pobres sujetos, ambientalistas involuntarios, a los que la riñonera les torturaba cuando llegaba Mayo (u otro)

Quedamos pues, en que viviendo el clima intensamente alargamos el tiempo percibido. Esto es, en realidad, tan solo una falacia escrita en un maldito momento de calor que no debería ser tal. Malditos servicios técnicos que no reparan los cacharros más que cuando les sale de las narices llegar y hacerlo. Y lo instalé hace solo tres meses, aag

Saludos y abrazos. Sin transpiraciones, mi obsesión más reciente.