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Cambiar las reglas del juego y si sale bien lo llamamos DEMOCRACIA

Publicado el 16 junio 2011 por Bloggermam

Cambiar las reglas del juego y si sale bien lo llamamos DEMOCRACIA
Sigo convencido que el movimiento 15M fue sólo un primer paso de un gigante que se ha despertado del letargo consumista. Bajo la apariencia de disolución por aburrimiento del 15M que quieren dar en todos los medios de comunicación, lo que está sucediendo es que la marea de gente indignada está modificando su forma de actuar, en vista de los oídos sordos de la clase política.
Por una lado la casta política cree que su idea folclórica sobre el 15M que les animó la campaña política ya no tiene razón de ser. Ya no les interesa que haya nadie recordándoles su incapacidad para atender las peticiones del pueblo, en el que se supone que reside el poder,  y la hipocresía con la que servilmente atienden las peticiones de banqueros y empresarios que les han pagado la campaña y les aseguran una jubilación indecente en consejos de administración de sus empresas.
Recuerdo cuando hace décadas pasamos de la dictadura a la monarquía como se insistía en que había que aceptar las reglas del juego, encarnadas en la constitución de 1976, para a partir de ahí construir una sociedad plural y democrática. Pero este juego “democrático”, en el que siempre se divierten los mismos a costa de todos los demás, ha caducado. Es patente que este juego no se le puede llamar democracia, al menos con las reglas que tiene ahora.
La clase política ha enrarecido día a día la sociedad, hasta llegar a soliviantarla. El hecho de que algunos exaltados agredieran verbal y físicamente a unos pocos políticos, es sólo una mínima consecuencia de sus propias acciones. ¿Justificables? No, la violencia no es justificable nunca, ni la de las administraciones contra los ciudadanos -más frecuente y "legal"-, ni la puntual colleja de la ciudadanía a los políticos. Pero no debemos entrar en la dinámica de “una hostia a tiempo obra milagros”, porque terminaríamos siendo tan ineptos como las sesiones parlamentarias en las que las hostias verbales impiden que se haga algo útil.
Me resulta patéticamente gracioso observar a los políticos, con el comportamiento de princesitas ñoñas al comprobar que su mierda huele tan mal como la de los demás, quejándose estupefactos, “esto es un ataque a la democracia, malos, esto es un delito”, para a continuación esgrimir su prepotencia para amenazar al pueblo “luego no os quejéis cuando os friamos a porrazos, que cuando los damos nosotros son legales”. Claro todo esto mucho mejor matizado por los medios de comunicación en manos de los empresarios que tienen que echar una mano a sus peleles para que la situación no se les vaya de las manos con el riesgo de pérdida del espléndido “status quo” que les hemos dado trabajando, los que hemos podido, para ellos.
¿Hay líneas rojas que no deben ser traspasadas? Sí señorías, y si no hubieran empezado a pasarlas ustedes no nos habrían obligado a pasarlas a nosotros. Las líneas las hay por doquier, quizás por eso la casta política no se da cuenta de cuándo las pisotea. Hay tantas líneas rojas sobrepasadas…
  • La separación efectuada entre el poder legislativo, ejecutivo y judicial es un insulto a la inteligencia.
  • La iglesia en lugar de estar totalmente apartada del estado lo va fagocitando poco a poco, a través de numerosas ONG, o directamente con la educación que se ha entregado a la iglesia católica con la excusa de lo caro que sería construir centros educativos nuevos. 
  • La sanidad pública se está privatizando para dar  peor servicio.
  • Se anima a la gente a que contrate planes de pensiones privados  porque con la pensión pública que recibirán si llegan a la edad, cada vez más lejana, de jubilación; sólo podrán morirse de hambre a la puerta de un supermercado.
  • La administración consiente que las infraestructuras de todos se subcontraten en cadena perdiendo dinero y calidad en cada paso.
  • La universidad se ha doblado a los intereses de las empresas. No es un centro de conocimiento e investigación, si no la fábrica de mano de obra barata y cualificada de ETTs, consultoras y demás empresas con bandera propia.
  • Se crean infraestructuras con dinero pública que son explotadas por empresas privadas. (depuradoras, autopistas, polideportivos...)
  • Grandes empresas deficitarias por la negligencia de sus administradores que antepusieron sus beneficios a la reinversión para mejorar los procesos productivos, fueron reconvertidas con dinero público para modernizarles y hacerlas rentables; para malvenderlas a los mimos que las hundieron.
  • Entregar el terreno a la especulación de los amigos municipales para hacer de la construcción la única actividad productiva, en lugar de crear un tejido productivo variado que pueda mantener la economía de España.
  • Ponga su línea roja aquí

Todas estas decisiones fueron llevadas a cabo por políticos bajo diferentes siglas y en pos de un supuesto interés del país, mientras los ciudadanos asistían perplejos a la caradura con la que día a día, desde las administraciones democráticas se beneficiaba a los ricos y poderosos, mientras se perjudicaba a los trabajadores.
Esta vorágine de tropelías fue consentida porque la sociedad estaba cómodamente sentada entre sus bienes de consumo comprados a crédito viviendo una placentera mentira.
El sueño ha acabado y la masa se está desperezando y empieza a ser consciente de quienes les han engañado y les han llevado a vivir peor de día en día. Se han dado cuenta que las reglas de este juego les esclavizan.
Pero el juego está blindado, por las buenas es prácticamente imposible cambiarlo. Es hora de que se cambien las normas que vertebran esta sociedad para conseguir que sea una democracia de verdad, en la que el pueblo manda y los políticos están al servicio de quienes les han elegido. La constitución ha caducado y del mismo modo que se cambian las normas de multitud de juegos desfasados hay que hacer lo propio con las reglas del juego más importante que tenemos. Y da igual que los políticos no quieran, porque ellos no deciden, decidimos nosotros.
Y si sale bien le llamaremos DEMOCRACIA.
keagustitomekedao

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