Revista Diario

Cambio de estación

Publicado el 10 marzo 2012 por Lamacedonia0 @lamacedoniablog
Cuento para los no tan niños:
Cambio de estaciónErase un país donde siempre era otoño. Las hojas estaban secas, no había flores, ni calor, pero tampoco heladas. El Rey podía decidir cuando era el momento de dejar esa estación, pero solo podía controlar el paso de otoño a invierno, el resto de estaciones venían libremente. Ninguna de ellas duraba un tiempo determinado, podía haber un invierno de días y una primavera de años.
Al Rey le aterraba tanto la llegada del invierno que no abandonaba el otoño, y sus ciudadanos empezaron a sufrir las consecuencias. Las cosechas se perdían, y la gente pasaba hambre. Las despensas estaban casi vacías.
Un día llego un sabio mago al lugar, llamado por las suplicas de sus ciudadanos.
- Debe dejar que el invierno llegue- le dijo el mago- se que está muy asustado, pero no puede sobrevivir en esta estación eternamente.
- Usted no lo entiende, ya he pasado por otros inviernos, largos y heladores inviernos. Mis ciudadanos no sobrevivirán a otro.
- Claro que lo harán ¿o no recuerda que detrás de ese invierno vino la primavera? ¿y el verano? ¿es capaz de recordar el verano?.  Es el momento de cambiar de estación majestad. Solo está consiguiendo alargar el otoño, pero llegará un día en el que deberá abandonar la estación y ese día, ese día se arrepentirá de no haberlo hecho antes.
- Puede que tenga razón, pero…- titubeo el Rey, ahora algo más inseguro
- Señor no tema. Deje que venga el invierno, y no se preocupe por su duración. Puede que congele las cosechas durante algún tiempo, y que su poblado pase hambre, pero será algo pasajero, se lo prometo, el invierno siempre es pasajero. Después llegará la primavera y ¿quién sabe? Quizás el verano no se encuentre muy lejos. No debemos alargar las estaciones más de lo debido, ni preocuparnos por las que no podemos controlar. Debe avanzar hacia delante. Impidiendo que llegue el frío solo consigue aplazar el verdadero calor.
El Rey terminó cediendo a pesar del miedo. Pero cuando el invierno llegó resultó no ser tan helador como creía, de hecho, había alargado tanto el otoño que el frío de ambos era parecido. La primavera, más brillante y cálida de lo que recordaban también vino. Todo el mundo disfrutó por la llegada de esta. La gente bailaba, reía y cantaba. El Rey al fin respiró calmado. Se prometió a sí mismo, nunca más condenarse a las hojas secas. Y ¿quién sabe? Quizás no faltaba mucho para la llegada de un nuevo verano.

Marta GilCambio de estación

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