Me chocan esos discursos del tipo "el cambio está en uno mismo" que toman una ruta más o menos así: "sé honesto tú, barre el frente de tu casa y no compres piratería: así tendremos un mejor país". Esta visión psicologiza problemas sociales y reponsabiliza al "ciudadano de a pie" de la violencia estructural de sistemas aplastantes donde sí hay tomadores de decisiones y coludidos responsables en gran medida de la miseria y la impunidad criminal.
No: "ser honesta yo" y ya, no va a cambiar las condiciones, por ejemplo, de los centros de salud. Como illustración: cuando vivía en Querétaro, en el centro de salud que me correspondía se daban diariamente tres citas para el dentista: tres; había que formarse alrededor de las seis de la mañana para ser uno de los tres que las "ganaban". Fui varias semanas a pláticas para embarazadas en un salón con el mobiliario en tales condiciones, que una vez se cayó una mujer de una silla inútil. No: "poner el ejemplo" devolviendo el cambio en la tienda, no va a hacer que se detengan los desfalcos criminales a nuestras instituciones. Y no es que me moleste que alguien crea que ese es "el camino"; me molesta la superioridad moral clasista. Porque si sabes cómo es la vida de alguien que hace trabajo físico para ganar el salario mínimo, no le vas a pedir que deje de comprar el CD pirata de la música que le da la gana escuchar.
En serio no es que me choque la visión progre del buen ciudadano; me chocan la arrogancia y la hipocresía. Y eso que con la hipocresía normalmente no tengo problema; pero en estas cuestiones clasistas sí. Porque al parecer, varios de esos buenos ciudadanos que promueven que "el cambio" empiece en una misma, tienen quién les barra el frente de su casa: empleadas no inscritas en el Seguro Social. ¿Qué tal si empezamos por ahí?
No es personal. Veo y leo mensajes de este tipo, de parte de contactos que son amistades y familiares: buenas personas a las que aprecio: personas con buenas intenciones. Pero, pues... Digamos que prestar un poquito más atención de la indispensable, a eso de barrer el frente de la casa, en un país con un montón de muertos en fosas clandestinas, está cuando menos fuera de lugar. Otras cosas hay que barrer.
Pero bueno... Personalmente trato de ser honesta y hacer lo correcto: es lo que quiero enseñar a mi hija; solo no confundamos la gimnasia con la magnesia.
También creo que cada cual, desde donde está, abona a lo bueno o a lo malo. Claro que si todos tiramos basura en la vía pública, tendremos la ciudad echa un asco y probablemente se inunden las calles cuando llueva. Sí importa lo que decimos y lo que hacemos. Por cierto: entre esas cosas que decimos y hacemos figura señalar, criticar y protestar. Porque ese discurso de "el cambio está en uno mismo" suele tener una parte explícita o implícita de: "en lugar de estar quejándote...", "en lugar de estar pidiendo a los gobernantes que..." ¡Hay que reivindicar la queja! Hay que educar para la queja formal y para convertir la queja en exigencia. Y no: no es obligatorio proponer soluciones. Yo no tengo por qué saber cómo resolver el problema de tráfico de una ciudad, para exigir a quien sea el responsable que lo resuelva.
Me regreso. Decía yo, que sí considero importante que cada cual actúe correctamente, en donde está, con lo que le toca...
AQUÍ la nota sobre un chef que al ser felicitado por Peña Nieto, le responde: "Los niños! Eso si que es importante".
AQUÍ la nota sobre la negativa a obedecer, de un empleado de uno de los albergues a los que llevan a niños migrantes separados de sus padres.
AQUÍ el manifiesto de #eldíadespués.Cambiemos el país -y el mundo- desde un cambio en cada cual; pero con visión y conciencia social.
Silvia Parque