No es fácil echar la vista atrás para caminar hacia adelante. Pero nunca viene mal, ya que de ese modo descubres quién vino y se fue. En ese descubrimiento está implícita la posibilidad que te da echar ese vistazo para saber realmente quién vino y se quedó.
Eso sucede cuando, tras mirar atrás, miras a ambos lados y hallas a quienes aún permanecen contigo. Y es entonces cuando ese caminar se vuelve sereno.
Y das un paso y otro y sigues avanzando. Y ya no paras de hacerlo. Pues no hay nada peor que quedarse parado por los que se fueron y cogieron otro sendero.
Es tu sendero y son los que te acompañan, los que te ayudarán a hacer el viaje de tu vida.