La vida y la muerte se besan,
entre los pasos
de una comunión sagrada
de mágia y luz.
Hoy camino con mis bolsillos llenos
del hambre que reza mi alma,
con un pan lleno de huesos
y con miles de pétalos que me marcan el rumbo,
seducción naranja que huele a muerte
que huele a vida
y a después.
Hoy camino por las márgenes de un mundo
que invita a sus muertos y a los míos,
que espera
que me ve cruzar polvoriento de ayer
el sempiterno camino del adiós.
Antiguas respuestas que mi ser anhela
para poder así,
ser el anfitrión y el comensal,
y todos juntos por fin
poder armar con esta nueva luz,
la mesa de Dios.
Rubén Callejas