Oscuros y ascendentes, cansados y tristes.
En nada parecidos a los de naturaleza sonriente.
A veces hay que caminar casi escalando el presente,
aferrándote a los muros, incluso con uñas y dientes.
Nadie dijo que el vivir fuera un andar complaciente,
generoso ni benévolo.
Cada día hay que seguir, derramando tu simiente.
Semillas de lucha y entrega...
Semillas de enseñanzas nacientes...
Semillas de sacrificado esfuerzo...
Semillas para seguir siendo tú,
gustes o no gustes, siempre.
A veces son los recodos donde descansas, hirientes.
Otras, acaso las sombras, serán tus amigas más fieles.
Intrincados son los vericuetos por los que hay que perderse
al caminar, empinados, por los senderos que temes.
Descansa y respira hondo,
toma del tiempo presente
un par de horas de espera,
para seguir aún más fuerte.
Caminos extraños, oscuros, ascendentes y tristes
por los que deambular a contracorriente,
hasta que tras una curva de tu propio andar
descubras que tú eres camino, temor, tiempo y simientes.