Campanas, tocad a tristeza,no paréis en toda la noche,al compás de la lluvia, tocad.En mi lejana niñez, aprendí yo vuestras letrasen aquella escuela del pueblo.El poema..,
“Campanas de mi lugar, yo os quiero bien, de veras, cantasteis cuando nací, lloraréis cuando me muera.”
Cuantas veces os toqué,una a una, dos a dos…Os repiqué a toque a oración,a sacramentos dominicales,a entierros y hasta a fuego.
Os toqué a fiestas, ¡qué alegría!Con cariño, con mimos,con inocencia de niño,…os toqué.
Cómo nos queríamos,Cada tarde,subía al campanario,el sobresalto, el alma en un puño,y el reloj sonando.Eras mi mejor amigo, viejo amigo,qué duro eres ¡A ti te da igual!Calor o frio. Tú siempre tocas.Sabes tu trabajo con bondad.
¡Ay campanas! ¡Ay campanario!Mi distancia no os puede alcanzar.Dejadme que os aligere la carga,mas… no dejéis de tocar.
(J. Antonio Nogueras, 1982)
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