Antes de irme a vivir a Londres no vi ninguna. Ahora que he vuelto no paro de encontrarme con campañas de las marcas que atacan la fibra sensible del consumidor que vive fuera o del consumidor que vive aquí pero tiene hijo, novio y amigo surcando los mares y luchando por un futuro digno fuera de nuevas infranqueables fronteras.
Sobretodo las primeras semanas fuera del tiesto son duras, lo normal es ponerte en contacto, siempre que sea posible, con un contacto que alguien te dice que conoce, un primo que trabaja de informático en Londres, varios compañeros de la universidad que trabajan en la hostelería o la novia de tu compañero de piso, que es enfermera en Romford. Tú quedas con ellos, te abrazas a su cuello como si fuera Will Smith en I am Leyend, la última persona sobre la faz de la tierra. Pero en Londres ni hay pandemias ni nadie que te ataque de frente, sólo la vida misma, lo desconocido, la soledad inicial, las diferencias con el idioma. Tras superar el reto inicial y durante tu fase de conocimiento del terreno es casi siempre inevitable que te apetezca comer jamón, tortilla, pulpo y pimientos de padrón más que nunca antes en toda tu vida. No pasa nada, es normal. En Londres hay varias cadenas de comida españolas y los expats que allí conocerás (porque éramos expats, no inmigrantes, no me preguntes por qué, cosas de los prejuicios y bondades del lenguaje) sabrán acompañarte a rincones donde se deleita uno de los cientos de tópicos de los español: paellas, fútbol y puros, bueno puros no. Pero son lugares frecuentados por españoles donde por regla general, se habla más alto. Y es allí donde tu engagement con la marca se maximiza, ves el arroz SOS, el chocolate a la taza Valor y las Estrella Galicia y te tiras de los pelos. Y te enamoras para siempre. Yo por ejemplo, fan del vino blanco hasta la muerte, alli conocí la marca Muga y me reafirmé en mi amor hacia Viña Esmeralda, con lo que ahora que he vuelto a España sigo comprándolas y recordando buenos momentos en aquellas tierras. Estas marcas han subido inmediatamente a mi Top Five porque llegaron a mi vida en un momento en el que yo estaba dispuesta a "enamorarme" de quien supiera estar ahí.
Es como estar en tu casa pero sin estar. Tienes lo bueno de tu gastronomía pero sin la casta política parasitaria y sin escrúpulos que cada día protagoniza portadas online y offline. Pues bien, es ahí cuando tu sensibilidad a flor de piel te conecta con el consumidor español que llevas dentro y te enamora de los valores de marca porque está presente allí donde tu estás, sin importar que no se tu hábitat natural y que no sea para siempre. Y eso, amigo mio, no se olvida nunca.
Así que cuando veo las campañas que hacen algunas marcas para acercarse a los cada vez más españoles que trabajan fuera de España lo entiendo, y me parece una gran oportunidad para llegar a un público objetivo tocado por el sentimentalismo de la falta de seguridad, de no estar en su entorno familiar, un público que ha tomado la decisión de irse porque se merece un futuro mejor pero que le "fastidia" tener que perder muchas otras cosas de su país de origen.
Hay muchos ejemplos geniales, pero hoy me ha encantado la campaña de Garmol, de carritos de la compra. Estoy segura que no me hubiera tragado un anuncio de veinte segundos hablándome de su producto en los descansos de La Que Se Avecina pero si me he tragado, y luego compartido, su genial campaña "Made in Spain" donde entrega a españoles expatriados un carro con productos "de la casa". Excelente.
Ideada por la agencia de publicidad Sapristi, para reforzar el concepto de “Made in Spain” y empatizar con los miles de españoles que también han tenido que salir al exterior para buscar su oportunidad, igual que hicieron ellos.