Revista Diario

Canción de adiós

Publicado el 11 julio 2011 por Rizosa
Soy una de esas mujeres a las que no se las compara. No hay nadie que esté por debajo de mí, pero tampoco por encima. Soy diferente a todas las que has conocido, y por tanto me merezco un trato distinto y único. No quiero luchar contra la sombra de otras mujeres; quisiera coserte mi sombra, como hizo Wendy con Peter Pan
Mi corazón no tiene dueño. Yo no diré jamás que pertenezco a nadie, no está en mi naturaleza. Por tanto, tampoco permito que nadie se crea mi dueño ni que actúe como tal. Tampoco necesito de un "padre" que me diga a cada minuto qué debo hacer y cómo hacerlo. Sé muy bien lo que quiero y cómo conseguirlo, y aunque soy humana y también me equivoco... sólo yo me digo cuándo y cómo meto la pata. 
Me muevo por las personas que quiero. Hago lo posible y lo imposible por demostrar mi cariño, y exijo exactamente lo mismo de la persona que me quiera. No quiero cobardes, no quiero gente incapaz de reconocer sus errores y disculparse, no quiero vagos, no quiero gente pusilánime que no luche por mí si fuese necesario. Yo lo haría (lo hice, lo haré) porque sé cuándo algo merece la pena antes de perderlo. Y yo merezco la pena. 
No creo en las palabras. No me sirve que me agasajen con frases hermosas o promesas, porque sólo valoro lo que se puede sentir, ver y tocar. Los hechos, las pruebas. Lo que haces día a día, y no sólo cuando le ves las orejas al lobo. Una relación debe alimentarse cada día; hay que cuidarla para que no se mustie, y no admito que den mi aprecio por sentado ni que crean que por ganarme una vez ya me tendrán para siempre. 
Soy una mujer tranquila, pero no aburrida ni conformista. Prefiero charlar durante horas a discutir diez minutos. Me ponen muy nerviosa los reproches y los gritos. No reacciono ante los numeritos ni las advertencias, ni me motiva lo peligroso, lo prohibido o lo insano. Me gusta la buena vida, disfrutar de los pequeños placeres del día, conversar, descubrir lugares nuevos cada tarde, hacer fotos y contemplarlas, echar la vista atrás y sonreír, cuidar mis amistades y quedar con los míos a menudo, caminar lentamente, sin prisas, a mi ritmo. Si no me presionas ni juegas a descubrir dónde está el límite de mi paciencia me resultará más sencillo ser yo misma y mostrarme vulnerable. No me acorrales y no sacaré las uñas. 
No me gustan las mentiras, la manipulación, los chantajes emocionales. No tengo por qué sentirme culpable por buscar mi bienestar: no soy egoísta, así que no intentes lavarme el cerebro porque no cuela. Me gusta la gente franca, directa, la gente que quiere a los demás de forma limpia y sana. Hay muchas formas de querer, y querer demasiado siempre es querer mal. 
Todos tenemos inseguridades. Yo no busco a la persona perfecta, puesto que esa persona no existe. Pero quiero que me permitas conocerte, que confíes en mí, que me dejes ayudarte, al igual que yo necesitaré de tu apoyo y comprensión para hacer que mis propias inseguridades mermen cada día. Quiero contar contigo y que tú cuentes conmigo: es cosa de dos. Yo sí quiero lamer tu cicatriz y que mis caricias sean lo que necesitas para que te sientas mejor y más fuerte. Quiero ser suficiente para que seas valiente. Creo firmemente en las relaciones que nos hacen mejor persona, que sacan lo mejor de nosotros mismos. Que nos complementan y completan. 
No soporto los celos ni el rencor. No me gustan las venganzas, la gente que cree que por quererme y ser querida por mí tiene el poder y derecho de hacerme daño. Me niego a reír los sarcasmos, las ironías, las faltas de respeto. En mi infinito sentido del humor no hay cabida para el orgullo. Sí hay cabida, en cambio, para el cariño incondicional. Para la comprensión, el respeto, la confianza. Para buscar la felicidad ajena sin olvidarse de fomentar la propia. Necesito que me quieran sin anularme, sin pretender cambiar lo que soy. Tengo muchas caras; soy una mujer compleja y jamás dije que acercarse a mí (y quedarse a mi lado) fuese sencillo, pero a cambio yo tampoco intentaré cambiarte jamás, confiaré en ti y respetaré profundamente tus decisiones, aunque no las comparta ni comprenda. 
El amor no es una lucha de poder. Para poder hacer feliz a la otra persona primero debes sentir que te hacen feliz, así que no exijas que te regale mi cariño sin recibir yo una mínima parte del tuyo. No creo en las esclavitudes, en las obligaciones, en los contratos afectivos. Si yo estoy bien y me siento plena entonces me desviviré por hacerte feliz a ti, pero no soy un perro que regale lametones tras ser apaleado ni viviré toda la vida soñando con esas caricias con las que me puedas premiar cuando me porte bien. No funciono así. 
Adoro los detalles, las pequeñas sorpresas, que me hagan volver a sentirme una niña ilusionada. Madurez no quiere decir aburrimiento o dejadez, y mi pareja debe ser también mi fiel compañero de juegos y aventuras. Además soy muy cariñosa, y espero recibir grandes dosis de cariño. 
Necesito sentirme admirada, notar que soy especial para la otra persona y, al mismo tiempo, admirarle. Soy incapaz de querer a quien no admiro por alguna razón, por algún aspecto de su personalidad. Las personas carismáticas que aportan algo nuevo a mi vida me atraen como un imán, así como las que no están ahí cuando las necesito o que no se preocupan por conocerme y saber qué pueden aportar en mi vida no suscitan mi interés. 
Me amarga la gente pesimista. Soy risueña, canto cuando me da el sol, me siento más cómoda vistiendo de colores chillones que de negro, no tengo sentido del ridículo, me gusta ir sonriéndole a la vida y necesito a alguien afín a mi lado. La risa es tu mejor arma de seducción para conmigo: si eres capaz de hacerme reír a carcajadas y hacerme cómplice de las tuyas me tendrás en el bolsillo. Pero nunca, nunca, nunca intentes ganarme con lloriqueos, quejas o actitud victimista y lastimera. 
No confío en las segundas oportunidades: lo que no funcionó una vez conmigo no funcionará nunca a menos que cambie... y las personas no cambian hasta ese punto. Conmigo tienes tu oportunidad y tu momento: ese instante (que puede durar días, semanas, años) en que tienes mi entrega al 100%. Pero si algún día considero que ya no me quieres bien, que me haces daño, que eres tóxico para mí... mi entrega se terminará ipso facto. No hay vuelta atrás, no soy capaz de olvidar y con perdonar no me basta. Puedo parecer débil pero no lo soy, y no necesito a nadie para estar bien ni me moriré si algún día dejas de quererme. 
No pienso que todos queramos de la misma forma, así que tampoco busco que todos acepten mis condiciones y necesidades. No quiero a nadie que se sienta obligado a estar conmigo o a sufrir y sacrificarse por mí. Amar jamás significa sufrir en mi forma de ver las cosas. Pero es lo que hay: o lo tomas, o lo dejas. Si no te ves capaz de amar a una mujer como yo, no lo intentes porque no saldrá bien. O se me quiere cerca o lejos: conmigo no pienso que haya términos medios. No me creo mejor que nadie ni imprescindible, y estoy segura de que si tienes que hacer grandes esfuerzos para estar conmigo sin duda serás mucho más feliz con otra mujer. 
Yo también seré más feliz sola. Al menos hasta que encuentre a alguien por quien me merezca la pena luchar, alguien que se merezca a una mujer como yo. No voy de diva aunque lo pueda parecer, pero me valoro y creo que no tengo por qué conformarme ni dejar que me hagan daño tan sólo por mendigar un poco de cariño. Son mis ideas y pensamientos, que seguramente no le sirvan a nadie más. 
Pero son míos… y a ti, que me rompiste el corazón hace años, meses o días, espero que te haya quedado claro que con este texto va implícito mi adiós.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Rizosa 899 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Dossier Paperblog

Revistas