Si, cuéntame tu tiempo de amapolas
bajo el azul de aquellos días primaverales,
dime si la mariposa quedó posada
en ese corazón de espinas
que no le queda razón alguna
para seguir batiendo sus alas.
Dame el nombre de lo incierto
y de todo aquello que quedó varado
en el tumulto salvaje de unos besos
por los caminos de la noche oscura.
¿Como llegar a ti pisando nubes?
¿Como calmar la sed que nos ahoga?
Aún tengo para ti
una mirada desde los espejos,
la razón del canto de las alocadas aves
que son la brisa y el perfume
que me dejaste
acostumbrado a las caricias
de los jazmines en la tarde.
Sí, dime, mientras yo callado observo
como se ensombrecen mis arrugas
recordando el fuego de tus labios,
tu boca con torrentes de alhelíes
y tus pezones de almendra y madreselva.
Cántame de nuevo
los blues que me erizan la piel.
En esta soledad, el viento en las acacias,
los folios del recuerdo y el lamento
de que algo se está yendo para siempre.
Carlos Gargallo (c)