Nunca supe disfrazar mi corazón.
Y cuando posaste tu estetoscopio sentía que latía con fuerza.
Las muecas de mi cara eran distintas pero el sabor de tus besos no habían cambiado.
Rompimos el pacto.
Lo hiciste, silenciaste a tu caparazón y de un porrazo lo echaste a un lado,
Y nuestros abrazos nos traspasaron y se llevaron nuestro invierno envenenado.
Quise no enloquecer del todo, quise arrancar tu vulnerabilidad de un mordisco seco.
Y me sentí la princesa perdida de un cuento que ya me habían contado otras veces
Uno demasiado precioso, adictivo que no tenía final.
Y quise quererle y le quise con mis pestañas, con mi persona.
Esta vez sí, Y lo demás no me importó demasiado.
Y dejó de darme miedo el carnaval.