Ayer vi los primeros seis capítulos de Candy Candy. Recordaba la trama, en general, pero de todas formas me sorprendió la lloradera. Un dramón. Casi porno emocional.
Como muchas, fui una niña enamorada de Terry, que era más o menos, el atrevido de la serie. No es que fuera el esposo rudo de Un tranvía llamado deseo; pero entre eso, y las películas de Pedro Infante, ¿qué se podía esperar? Se arman ensoñaciones, se normaliza...
Hay una escena maravillosa, creo que de Ustedes los ricos, en la que una mujer va a molestar a la esposa de Pepe El Toro: le dice que él la engaña, que habló con otra por teléfono, y van a encontrarse; la virtuosa esposa responde algo así como que no cree nada, pero que ultimadamente, para eso él es el hombre, y puede hacer lo que le dé la gana. Yo me fascinaba.
Ahora me doy cuenta de que no ponía verdadera atención en cómo esa esposa lloraba después. Las lágrimas también eran de caricatura, un aderezo para el cuadro. Después de todo, era una película.
Silvia Parque