Cuando dos personas pasan demasiado tiempo juntas es bastante probable que terminen odiándose y deseen borrarse del mapa (con cariño, que conste). Sólo hay que echar un vistazo al índice de divorcios que ocurren tras las vacaciones ¡Menuda es la convivencia, amigos! Las cosas están perfectas en su justa medida, no nos pasemos con la sal. Quizás sea ese el motivo de que últimamente me haya cogido tantísima manía. Ya son muchas primaveras conmigo mismo, aguantando mis chorradas, mis defectos, mi reflejo y mi pelo rebelde, viendo cómo mi boca permanece cerrada cuando debería abrirse y cómo me ahogo en charcos por no nadar "¡Arggg!" Harto de mis inútiles monólogos internos, de ser la primera persona que veo al despertar y la última antes de acostar, de conocer de memoria todas mis historias incluso antes de contarlas y repetir demasiado los chistes. Vaya a dónde vaya allí estoy yo, dolorosamente puntual. Siento que cada día me entiendo menos, me mareo, me sueno a chino ¿Por qué no dejo de darme la brasa? Me caía mejor hace años, cuando me conocía menos.
No paro de darme órdenes, ponerme normas y prohibirme cosas, yo que pensaba que para eso ya estaban las madres o los jefes. Mi conciencia, mi moral o cómo quiera que se llame me ha transformado en mi peor enemigo "Levántate, siéntate, vete a trabajar, ten paciencia, haz la comida, prepara la cena, llámale, llámala, no les llames, date prisa, ve con cuidado, déjalo por imposible" No sé cuándo me volví tan jodidamente mandón "Esto te gusta, esto no te gusta, ve por aquí, no vayas por allí, pruébalo, ¡¡no lo pruebes!!". A veces también me da por faltarme al respeto, pobre de mí "¿Eres tonto Moisés?" "¿Por qué narices lo hiciste?" "¿Por qué narices no lo hiciste?" "¿A qué esperas, pasmado?" Me preocupo demasiado por mis preocupaciones, hasta cuando no las tengo. Sinceramente, viendo lo poco que avanzo, no sé si seguir haciéndome caso.
Lo que más odio de mí, sin ninguna duda, es mi capacidad para ponerme excusas que ni yo mismo creo. "Hoy no puedo porque..." "No lo intenté porque..." "Ya lo haré mañana que hoy tengo que..." Excusas que me frenan y convierten en un absoluto vago...en un vergonzoso cobarde. Ayer, dado mi nivel de cabreo, decidí castigarme. Pensé en escuchar un disco Alex Ubago, pero hubiera sido demasiada tortura. Opté por ponerme unas deportivas, unas mallas (no se ha inventado prenda más ridícula) y salir a correr por el campo sin rumbo fijo, sin horario, sin impedimentos ¡Basta de estar parado! A pesar de lo que digan, correr es de valientes. Correr enseña a fijar una meta y alcanzarla por uno mismo a base de esfuerzo, confianza y dedicación. Correr es contemplar una cuesta, subirla sin hacerse preguntas y, desde lo más alto, poder exclamar "Yo puedo con esto y más". Ese es mi propósito de 2013, dejarme de tantas excusas, órdenes y prohibiciones absurdas para, sencillamente, PODER. Esto es un camino, una carrera, y no seré yo quien me ponga las piedras. Que comience el año.