Te deseo en cantidades industriales.
Lo de las cantidades industriales es relativo.
Adhiere únicamente al lunes por la noche.
Ese punto que marca la mitad del tiempo
-supuestamente- entre la última vez que nos vimos
y las probabilidades de volver a verte.
Cierro los ojos y me toco.
Me toco como si mi mano fuera tu mano.
Recuerdo milimétricamente las circunstancias,
cómo se movieron, hacia dónde,
lo que generaron.
Mi espalda comienza a curvarse
llevando la pelvis hacia arriba
con la desesperación alucinante
de ser penetrada.
Podría sentir que me falta todo,
pero siento que no sobra ni falta nada.
Me inspiro en tu mecanismo
de dar placer
para recrear el mío.
Le robo al recuerdo
la posibilidad de duplicarse hoy
y estallar varias veces.
Temblar repetitivamente,
como quien va a morir de éxtasis.
Todo es genial.
Tu presencia.
Tu ausencia.
Tu estímulo distante
del que no te hago partícipe.
Mi libertad absoluta
para llamarte
aunque no sepas
aunque no vengas
aunque no estés.
Patricia Lohin
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