De vuelta al instituto, no puedo recordar del todo bien el horario (muchos años ya), pero si no me fallan los cálculos de mi cada vez mas maltratada memoria, los martes no pasaba por clase hasta el recreo, pues las primeras tres asignaturas de la mañana eran totalmente inservibles, los miércoles también solía faltar a primera hora y después entre medias siempre conseguíamos escaparnos del insti según fueran surgiendo las circunstancias, por lo general ese era mi horario escolar, recordando con especial cariño los miércoles por que eran mi particular día de relax, por norma general siempre hacia pellas con alguien, aunque tampoco tenia ningún tipo de inconveniente con hacerlas yo solo, los miércoles soliamos quedarnos en algún parque, algunos de mis amigos pasaban a un 24 horas llevado por unos asiáticos a comprar cerveza cuando todavía eramos menores de edad, yo por aquel entonces no bebía alcohol y la verdad tarde mucho mas tiempo que mis amigos en iniciarme en el alcohol pues todavía confiaba en recuperar mi nivel físico y tener una ultima oportunidad para retomar el fútbol de forma seria, sin duda el deporte fue lo que me mantuvo a flote por aquellos años, el saber que podía dar mas de mi y que no todo estaba acabado, por desgracia los dolores de rodilla de aquella época y la caída en picado de mi estado de salud contribuyo a que aquellos años fueran los mas oscuros y si cabe mas difíciles de mi vida, pues todo el tiempo que no podía dedicarle al deporte y al balón tenia que dedicarlo a otra cosa, eran horas de mi vida que quedaban vaciás y que de repente tenia que llenar con algo, como la posibilidad de quedarme en casa no era una opción pasaba mas tiempo con mis amigos, lo que consecuentemente me llevaba a meterme en mas problemas.
Mas allá de beber cervezas en un parque, hablar y hacer el tonto durante horas poco mas hacíamos, tampoco eramos el tipo de chavales que les daba por romper cosas o molestar, simplemente estábamos a nuestros asuntos en un banco, un poco a la expectativa que no fuera demasiado evidente que mis amigos bebían cerveza y vigilando que ningún policía nos viera y nos llamara la atención por no estar en clase, después del recreo por lo general nos reincorporabamos con normalidad a clase, al principio tratábamos de quitar faltas o falsificar partes de asistencia, luego con el paso de los meses comprendimos que 10 faltas arriba o abajo no iban a hacer la diferencia en unas notas con cientos de faltas de asistencia, ya en clase yo tampoco era demasiado fan de seguir el horario preestablecido, generalmente aprovechaba para hacer otras asignaturas o dedicarme a leer libros de lectura voluntaria de gallego (pues en galicia damos lengua y literatura gallega y leer libros nos subía la nota y facilitaba el aprobado), recuerdo perfectamente que matemáticas era mi asignatura multiusos, el profesor era un señor mayor, una excelente persona que todo el mundo respetaba, nadie solía molestar en sus clases, sus explicaciones eran sumamente confusas, por lo que todo el mundo se ponía a otras cosas, con otras asignaturas, dibujar, simplemente perder el tiempo o incluso jugar con una consola portatil, el profesor simplemente daba su explicación, nadie le hacia caso o directamente ni asistían a clase pues tampoco ponía faltas ni pasaba lista, como todo el mundo estaba entretenido tampoco nadie molestaba así que sorprendentemente en el mas absoluto caos se conseguía el perfecto orden y cuando sonaba el timbre nadie había visto nada, ni el profesor la decena de móviles, consolas y libros de todo tipo de color y forma y los alumnos no habían visto absolutamente nada de la lección de matemáticas, esto contribuyo en gran medida a que a día de hoy sea un negado en matemáticas, aun a sabiendas que ya era una persona mayor y un profesor un poco peculiar y pintoresco es una excelente persona y un profesor que todo el mundo recuerda con cariño. Las clases de filosofía también eran un buen comodín para hacer otras asignaturas o las de ingles y biologia, por lo general estas horas de clase me permitían hacer gran parte de los deberes, fuera del instituto no tocaba un libro a no ser que tuviera que hacer un trabajo, pero estos tampoco eran demasiado frecuentes y aun así en casa solía hacer cortas y pegas lamentables de internet que eran mas que suficientes para aprobar que era mi mayor y máximo objetivo, lo mismo valía un 5 que un 9. Aquellas eran clases vacías, nada tenía sentido pues estaba lejos del dulce calor de tu sonrisa y la ternura tímida de tus ojos claros, situaciones calcadas, un instituto parecido repleto de gente intrascendente, clases aburridas carentes de interés, todo igual pero a la vez distinto pues la diferencia y la que convertíatodo en algo diferente eras tú, solo túconvirtiendo la nada, el vacío y la monotonía en un todo apasionante que quería vivir y compartir contigo y solo contigo. SIGUIENTE CAPÍTULO