Caperucita GO HOME
-Abuelita, abuelita, que orejas tan grandes tienes.
-Caperucita, caperucita, son de la clínica estética del doctor Pujol.
Así es, las tradiciones a este lado del trópico de Cáncer están “plastificadas”. Ante el parón vomitivo que hace que Hollywood queme los clichés de viejas producciones, y operación triunfo que hubiera relegado al propio Michael Jackson a la sala “el montacargas”. Poco queda por celebrar, donde los niños Jesús no son adorados, si no dorados en la mesa de rayos uva.Lo absurdo se torna norma y lo anormal en protagonistas. Son las mismas pesadillas de Goya transformados en viandantes y ciudadanos. Seis millones de turistas en Madrid, ¿para ver qué? ¿La pocilga iracunda que se han vuelto las calles por la falta de cuidado, o para deglutir los sucedáneos en las franquicias del todo rápido? Llegan tarde, solo van a ver tirada en una esquina la cesta de caperucita. Pero tienen suerte, jamás añorarán el olor de las churrerías, el chirriar del tranvía, la verbena de la Paloma o el glamour de aquella Gran Vía. Ni el ser atendido en un Galerías Preciados, ni en Celso García, ni en una casa Paco o la quinta del Sordo, sin audífono ya y sin tronar los platos.