Esta frase pasará a la
historia de la política española por haberla pronunciado la primera mujer que
accedió al cargo de Ministra de Defensa. Una mujer embarazada que pasó revista
a las tropas y que rompió moldes en la milicia con esa otra frase también
referida a los ejércitos: «cuanto más se les conoce, más se les quiere».
Carma Chacón se ha marchado abruptamente,
en soledad, tan pronto, tan joven… con tantas cosas por hacer todavía. Pero las
cardiopatías son traicioneras; no avisan, no dan pistas. Únicamente sentencian.
Y decretan para siempre. Como ella misma lo llamaba, ahora todas las miradas se
centran en Miquelete que, con apenas nueve años, se estará bañando en un mar de
dudas, de incertidumbres y de lágrimas, y por qué al volver su madre de Miami
no la volverá a ver jamás. La vida se escribe en reglones torcidos. Siempre, y
de manera injusta.
Si una imagen vale más que mil
palabras, la imagen de estos días ha sido la de cuatro mujeres, (Susana Diaz, Soraya
Sáez, Cristina Cifuentes e Inés Arrimadas) en la sede del PSOE ante los medios
de comunicación haciendo auténticos esfuerzos por no llorar ante la pérdida de
una amiga. Como decía la propia vicepresidenta del Gobierno, «nos unía una
amistad, nos unía una generación, que nos ha abierto mutuamente muchas puertas
con independencia de las ideologías». A eso se le llama política. Lo demás son sucedáneos
escritos con la pluma del egoísmo y la hipocresía más recalcitrantes.
Cuando desaparece una política
de la talla de Carma Chacón y por su capilla ardiente desfilan todos los
miembros de un Ejecutivo siendo de un
partido político totalmente opuesto, y todos los líderes políticos (al menos
aquellos que tienen la cabeza sobre los hombros) que, por encima de las
ideologías entienden que existen políticos de verdad con ganas de construir, y
otros con ganas de destruir, piensas que quien marcha ha hecho algo grande para
este país.
Carma Chacón puso los pilares
de igualdad, modernidad, identidad y mil cosas más dentro de las Fuerzas
Armadas. Y hoy, a nadie le extraña que en la cúpula militar o en la Guardia
Civil nos encontremos con una mujer que en su uniforme lleve las estrellas de teniente
coronel o incluso de coronel. La primera piedra la puso ella misma cuando la
entonces Ministra se presentó en el acto de la Pascua Militar desafianza el férreo
protocolo con un esmoquin negro y generó una gran polémica. Hoy, aquella foto
es un símbolo que se ha quedado grabado en la retina de millones de españolas. Pero
Carma era una mujer sabia e intuía que aquel vestuario levantaría polémica. «Me
aseguré de que el traje para la Pascua Militar fuera el adecuado», afirmó al
respecto.
Así era esta mujer que, con su
adiós tan sobrecogedor, ha logrado amansar las turbulentas aguas que se mecían
en Ferraz y, sobre todo aglutinar a toda la clase política española. Vamos,
todo un ejemplo. Se le recordará. Se le echará de menos. Aunque las hojas de
calendario pasen inexorablemente, su sombra y su legado, ahí quedará. Que
alguno tome nota de cómo se hacen las cosas por encima de las ideologías.
La imagen de las cuatro políticas
intentando mantener el tipo frente a los medios y aguantando la lágrima frente
a la amiga que se va es un ejemplo de la buena política. De esa que tanta falta
nos hace en España. A ver si cunde el ejemplo sin necesidad de capilla ardiente
alguna.