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Capítulo 30 - Educación

Publicado el 28 diciembre 2010 por Ddmx

Desvaríos:

Tengo un hermano pequeño, tiene 11 años.

Creo que en estos 28 años que llevo vivido, me quedaría con dos momentos.

Uno de ellos, es el momento justo cuando te metes en cama, con alguien a quien amas, y poco a poco te vas quedando dormido. Es cierto que al final acaba cada cual en una esquina, ya sea por que uno desprende mucho calor, tenga los pies fríos o se mueva mucho para conciliar el sueño. Pero esos instantes antes, son impagables, te sientes muy protegido y reconfortado. Y por la mañana es igual, cuando te despiertas, giras la cabeza y ves que esa persona está ahí.

El otro momento que está por encima de los demás, es cuando cogí por primera vez a mi hermano en brazos.

Mientras se va haciendo mayor, va aprendiendo cosas, algunas buenas o positivas y otras malas o negativas. Al principio, me enfurecía que no se le enseñara cosas básicas. Que se le levantaran los castigos a las 2 horas, que se le permitiera suspender casi todas las asignaturas, que no recibiera reprimendas por algunas contestaciones o gestos, que se le mime en exceso con regalos y no con palabras de ánimo.

Pero no es mi hijo, no puedo meterme, o me he cansado de hacerlo para que después el increpado sea yo.

Se dice que cuando no se castiga por un acto erróneo, que cuando se premia la vagancia o rebeldía sin sentido, ese niño aprende que da igual lo que haga.

Yo me acuerdo de mi infancia, y no es que pensara que: ¡Joer, haga lo que haga da igual, me van a regalar lo mismo!

No lo pensaba, pero poco a poco el subconsciente se va llenando, y sin quererlo, empiezas a creer que todo acaba teniendo solución. Que si metes la pata con unas cuantas lágrimas se arregla todo, que siempre habrá alguien ahí.

Al cabo de los años aprendes que no es así, y vas aprendiendo muchas cosas más, pero… ¿De que manera?

Nuestra educación está basada en experiencias, y está basada en quienes nos han educado. Pero no nos educan solo nuestras familias. Nos educan nuestros amigos, nuestros enemigos, nos educa la calle, el colegio, el instituto, la universidad, el trabajo, los amoríos, los libros, las películas, las obras en general.

Hay cosas que es mejor aprenderlas por las buenas. En el calor del hogar. Muchos niños de pequeños son egoístas, y ya no me refiero a no dejar los coches de “Hot Wheels” a sus amiguitos. Me refiero a la carencia de importancia hacia los demás.

Después aprendes que la gente es igual de importante que tú, y si lo aprendes por las malas, es más duro.

Sé que por cada día que pasa con esa forma de actuar, es un día que pasara llorando dentro de un tiempo. Me duele de una forma sobrehumana.

Supongo que siempre estaré ahí. Pensando que buena parte de las hostias que reciba de la vida, se podrían haber evitado. Otras son necesarias para hacernos personas, pero no todas. Más que una cuestión de cantidades, es una cuestión del como aprendemos.

Capítulo 30º

Lista de la compra:

Queroseno

Pilas

Maquinillas de afeitar

Gel de ducha

Jabón de manos

En el supermercado:

La gente me observa con extrañeza, no les culpo.

Cuando voy por los pasillos del supermercado no voy ni demasiado lento, ni demasiado rápido, pero voy mirando hacia el frente.

Los demás no ¿Y por que me mira la gente?

Pues porque parece que estoy haciendo katas de taekwondo. Solo me falta el cartelito de: ¡¡ Round 1 – Fight!!

Cualquiera pensaría ¿Y este porque coño hace aeróbic?

Cuando sé a que sección tengo que ir voy con paso firme, y justo cuando vas a cruzar entre 2 o 3 personas, se juntan a escasos centímetros, eso exige la posición “mimo contra la pared”.

Cuando la mujer cuarentona le pasa la pizza al marido, lo hace desde una distancia considerable. En el momento que pasas por ahí, tienes que hacer el baile del “limbo”. Yo normalmente hago la posición “Jorobado de Notre-Dame". Exige menos movimiento.

Paso por la sección de libros y veo a ver si está “Apocalipsis Z” una historia de zombies que transcurre en mi ciudad. Me lo ha recomendado una persona con gustos afines, así que, malo será. Por cierto, no estaba.

En la sección de consolas y videojuegos veo como dos niños se pelean por jugar al “Call of Duty: Black Ops”.

Son como hienas peleándose por un muslo de cebra.

Me acerqué y les dije, yo soy un francotirador de puta madre… me miraron y se rieron.

Si estuviera metido en una película bélica, me encantaría ser el francotirador.

Espero no estar nunca metido en una película bélica. Además me gustaría ser francotirador, pero seguro que me tocaría ser el primer gañan que pisa tierra en el desembarco de Normandia.


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