Magazine

Capítulo 32 - Ganso

Publicado el 28 diciembre 2010 por Ddmx

Desvaríos:

¿Conocen esa sensación que se siente en la nuca? Cuando creemos que alguien nos observa. Y muchas veces, esto ocurre, aún estando solos.

¿Se imaginan lo que pasaría, si al girar la cabeza hay alguien? Sabiendo perfectamente que estamos totalmente solos, que las puertas y ventanas están cerradas, que son las 5 de la madrugada, y que no hemos oído pasos.

No me hace falta imaginarlo.

Miré hacia atrás y ahí estaba. Un tipo alto, mediría 1,95, era blanco y bien vestido. El hombre de negro, pero no llevaba gafas de sol, aunque si una corbata hortera de color verde pistacho. Sé que era del gobierno, pero no sé de que gobierno.

No sabría explicar porque lo sabía. Es como en los sueños. En los sueños a veces conocemos datos sin tener bases. Como adjetivos de personas, sin conocerlas. He soñado con mi tatarabuelo, nunca le conocí, pero en mi sueño note que era una buena persona, y muy simpático. Pese a que le ví solamente 1 minuto y no abrió la boca. Pero ese dato lo conoces, aunque no tengas algo en que basarte, solo la sensación de que es así.

Me negué a hablar con el hombre de negro. A mi una persona que saca un pequeño bloc de notas forrado de cuero, y un bolígrafo de los caros, y se me pone a preguntar cosas… no me transmite tranquilidad.

Otra sensación es la de los escalofríos. Los escalofríos son un mecanismo del organismo para equilibrar la temperatura corporal. Es un frió que nos recorre el cuerpo, al notar este, un bajada de temperatura.

Yo le llamo “el abrazo del fantasma”, siempre me imaginé que un “ente” está con nosotros y a veces nos apoya en situaciones, abrazándonos o frotándonos la espalda para apaciguarnos. Esto es extraño en mi, ya que no creo en el más allá, ni en ovnis, ni en nada que no se pueda demostrar. No soy un masón.

Pero me encanta suponer y basarme en ocasiones en la intuición.

Después de un escalofrío, lo peor que te puede pasar, es mirar a tu hombro izquierdo, y ver una mano. Créanme.

Creo que estoy empeorando por momentos, y la soledad no hace, si no incrementar todo esto.

Ya esta bien. No quiero ver una luz al final del camino para ilusionarme. Pero me gustaría por lo menos ver algún farolillo de vez en cuando, llevo caminado kilómetros a oscuras y al final me daré de bruces contra el suelo.

La ignorancia da la felicidad. Me gusta esa gente que puede pasar de las actitudes de los demás, o no darle importancia a los golpes de la vida.

Y yo siendo un tremendo estúpido, no puedo.

Aunque al revés suene más bonito y más profundo…Prefiero sonreír por nada que llorar por algo.

Capítulo 32º

En el supermercado:

Me he encontrado a un antiguo compañero de clase. Le había dejado la novia hacia 2 semanas y estaba hecho polvo.

Me dijo que tenía la suerte de tener un buen ambiente en casa, y que sus amigos le llamaban incesantemente para saber como se encontraba. Que envidia.

Le invité a que pasara por mi casa después para charlar un rato. Que le invitaría a un café y a una napolitana de chocolate ¿Hay napolitanas de otra cosa que no sea chocolate?

En casa acompañado: (No me lo creo ni yo)

Hablamos durante unas 6 horas.

- Yo sólo buscaba la felicidad y con ella la encontré –Me dijo entre lágrimas -.

- La felicidad se encuentra en el camino hacia su búsqueda – Dije citando al gran Punset-.

Después admitió parte de culpa. Ella se encontraba mal y necesitaba su apoyo, y él quizás la apoyó demasiado.

- El roce hace el cariño, pero a veces toca los cojones también – Le salio del alma-.

Poco a poco cambiaba argumentos, cambia estados de ánimo, algo muy razonable.

- Otros vendrán que mas grande me harán – Cambió el proverbio, incluso lo mejoró -.

Mientras le escuchaba atentamente, bebía un poco de mi refresco de cola, y daba algunas caladas al pitillo. Cuando sorbía lo hacia mirando a la lata, y mientras bajaba el brazo para dejarlo de una forma más “natural”, me quedaba mirando al suelo. Entonces lo ví…. Un ganso de color granate que pasó corriendo hacia la puerta.

Me quede un rato mirando a ver si se asomaba, pero solo le oí graznar.

- Perdona que te interrumpa, pero… ¿Has visto eso?

- ¿El que? – Preguntó con cara perpleja -.

- Un ganso de color granate que pasó por aquí correteando.

- ¿Te encuentras bien? ¿Cómo va a pasar un pato por aquí? ¿Tienes un pato?- Consultó con apremio -.

- Dije ganso, no pato, no es lo mismo.

Me levanté mientras el seguía preguntando por mi estado. Fui lentamente a la habitación de al lado, y encendí la luz. No había nada y no escuchaba nada. Así que me volví a mi cuarto.

- Nada olvídalo, seguramente me lo he imaginado, por un momento pensé que….

Ahí estaba el ganso granate. Encima de la cabeza de él.

- ¿Sabes que tienes un ganso en la cabeza?

- ¿Tomaste las pastillas? – Me preguntó-.

Después de quitar hierro al asunto por ambas partes se marchó. Eso sí, quedando algún café pendiente. Pero bueno, quedó como todos los cafés pendientes que tengo. Pendiente.


Volver a la Portada de Logo Paperblog