Capítulo 4: El día que convertiste mi vida ordinaria en algo extraordinario

Publicado el 24 julio 2018 por Benjamín Amoedo De La Grana

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Muchas palabras escritas hasta el momento para tratar de describir ese mágico momento en el que dos completos desconocidos rompen las distancias y el silencio con un simple saludo que parece banal pero que se hace trascendente en milésimas de segundo llenándolo todo, cambiando la vida de los dos para siempre, todo seguía siendo absolutamente igual, los dos nos fuimos a casa como si nada hubiera pasado, sin embargo no había hecho nada mas que empezar, toda historia tiene un comienzo, aquel día todo comenzó. A decir verdad ni si quiera recuerdo las palabras exactas, tu y yo nos sentábamos el uno al lado del otro, no había sitios asignados así que de vez en cuando alguien se colocaba entre medias, de todas formas mi falta total de interés hacia un tema que por el contrario es tu vida hacia que yo estuviera completamente atrapado en mis propios pensamientos mientras tú por el contrario ponías toda tu atención en las explicaciones y los ejercicios que la profesora planteaba. Con mi creciente interés en la asignatura todo comenzó a cambiar, comencé a escuchar tu voz con claridad entre tanto ruido, te miré mas que nunca fijamente a esos preciosos y cristalinos ojos azules, como un devenir lógico de los acontecimientos tu y yo comenzamos a hablar mas y mas. Fuera de ti prácticamente no hablaba con nadie, simplemente no me interesaba, no estaba allí para hacer amigos, lo que me hace entender ahora, con el paso de los años que inconscientemente el motivo que me hacia estar allí en esa clase sin importar los problemas o mis inconvenientes personales eras tu.
Los dos, mas o menos de la misma edad comenzamos a hablar, y de repente, sin recordar las palabras exactas de esa conversación que nos engancho para siempre en lo que seria el inicio de una larga historia, nos hicimos amigos, puede que un simple hola con tu sonrisa tímida entre dientes escondiéndose entre tus callados labios, no lo sé, solo se que de la nada surgió un todo maravilloso, de pronto los sinsentidos que había tejido el destino y la casualidad a nuestro alrededor cobraron forma y por fin esos dos desconocidos consiguieron con tan solo palabras romper la distancia que los separaba, palabras inocentes he intrascendentes que no significaban nada pero que dieron pie al comienzo de algo mágico, como si se trataran de los primeros ladrillos de una construcción que en su momento era normal, pero tras sobrevivir el paso de los siglos se convirtió en milenaria.Con la misma normalidad de siempre me fui a casa, los días siguieron pasando uno tras otro, nada había cambiado, no me notaba distinto y al mismo tiempo comenzaba a verte misteriosamente por todas partes, cosas cotidianas de mi día a día me recordaban a ti, comenzaba a pensar cada vez mas en ti, primero la frecuencia era ridícula, el camino de vuelta a casa, los instantes después de verte, sin darme cuenta esa cadencia fue cada vez a mas hasta convertirse en mi día a día, no había momento en el que de una forma o de otra tu recuerdo me viniera a la cabeza, era la primera vez que me pasaba eso con alguien, cuando estaba cerca tuyo no podía ser yo mismo, de repente las palabras no me salían, mi carácter era forzado, precipitado, atropellado, no conseguía ser yo mismo, no entendía lo que me pasaba, nunca me había ocurrido tal cosa con anterioridad con nadie.Un buen día comprendí que ya no había excusas que valieran, ya no podía callar las voces de mi cabeza y mi alma, estaba enamorado de ti, pensaba en ti todo el tiempo, cuando abandonaba esa clase contaba los días y las horas que me quedaban para volverte a ver, me costó un poco de tiempo admitir que estaba enamorado, que en verdad me estaba pasando eso a mi, pero en el fondo creo que mi alma sabia exactamente lo que sentía por ti desde el primer momento en que te vi, desde el primer instante que clave mis ojos en tus infinitos, tiernos y limpios ojos azules supe que eras tu, solo traté de engañarme a mi mismo, pero por suerte ese algo, que todavía hoy sigo sin saber que es me mantuvo a tu lado hasta que fui capaz de ordenar las piezas del puzzle y aclarar mis ideas. Esos primeros días en los que deseaba verte mas que nada en el mundo resultaron ser terriblemente raros y extraños para mi pues tenia la sensación de que me estaba comportando como un autentico invecil cuando estaba a tu lado, las palabras no me salían, estaba nervioso cuando en verdad pocas cosas son capaces de ponerme nervioso, dudaba de todo, hasta me costaba mantenerte la mirada...simplemente era incapaz de ser yo. Tu por el contrario seguías comportándote con total normalidad, esa mezcla de timidez y seguridad tan contradictoria que posees y que me encanta, con tu voz pausada, dulce y cálida bailando en mis oídos envolviendo tus palabras, con tu mirada tierna e inocente mientras arregañadientes sonreías al hablar, yo no podía evitar mirarte de reojo tratando que no te fijaras en mi, en la forma en la que te miraba, pero en el fondo creo que tu eras mas que consciente de ese detalle y tratabas de disimular para que ninguno de los dos se sintiera incomodo, aun así de vez en cuando nuestras miradas se cruzaban saltando chispas de por medio. En este punto me encontraba, de repente sentado en un pasillo escasamente iluminado de un instituto desolador sin apenas gente, tan solo ecos en los pasillos de puertas cerrándose y pasos pasos desorientados, el sonido de las gotas del invierno golpeando el techo sin cesar en su precipitar desordenado mientras el viento sacudía las ventanas, ese era el panorama habitual de aquellas tardes oscuras en las que esperaba sentado a la nada, a una clase que ni me iba ni me venia, tan solo esperando verte aparecer por el pasillo para que de repente tu presencia diera sentido al completo vacío de ese lugar, para que de repente los pasillos se llenaran de luz, el vacío se mezclara con el eco de tus palabras retumbando por todas partes embrujando mi mente, para que el viento semejara acariciar las ventanas y la lluvia creara una banda sonora perfecta a nuestro encuentro a cubierto mas allá de las inclemencias del tiempo solos tu y yo, sin importar que mas compañeros de clase estuvieran a nuestro alrededor, nada de eso importaba, tan solo tu y yo, tan solo tu dando sentido a todo.
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