Mientras Alex estaba preparando las maletas para ir a las islas canarias durante aquel día de viernes para salir al día siguiente hacia allí en el orfanato se estaba llevando a cabo el segundo intento.
-David, date prisa tenemos que subir al monte y acabar esto lo antes posible y no podemos fallar -le dijo Bruno a David, que estaba andando cuesta arriba como si nada.David ya había salido del aula de castigo aunque todavía tendría que estar castigado los domingos sin salir durante tres semanas. Esos eran los sucios métodos que lo curas usaban. Todo aquello y lo que sucedería aquella tarde se lo tendrían que contar a Alex el domingo, aunque solo Bruno porque David no estaría, pero lo que ellos no sabían era que Alex estaría más lejos que nunca.-Tranquilo Bruno, si nos lo tomamos a prisa y nos podemos nerviosos si que saldrá mal -le respondió tranquilo David-, encima acabo de salir de este sucio orfanato por primera vez en dos semanas y quiero aprovechar este momento lo máximo que pueda -le explicó David-. Encima este sol lo cura todo -dijo mirando hacia el sol con los ojos cerrados.-Pues al menos vamos más rápido hasta que lleguemos arriba, vamos -dicho aquello le hizo un gesto a David y no sin hacer una mueca aceleraron el paso.No tardaron mucho en llegar arriba, los dos tenían bastante larga la zancada. Aunque cuando llegaron arriba llegaron jadeando y asfixiados por aquel sol que parecía de verano y tuvieron que sentarse un momento para descansar. Aunque ninguno de los dos lo sabía, en la roca en la que ahora mismo estaban sentados fue donde empezó todo aquello… En aquella roca Sara y Alex se dieron el primer beso.Unos breves minutos después empezaron a bajar el monte del orfanato de las chicas, aunque decidieron bajar por la izquierda. Por allí era muy improbable que se encontraran con nadie porque era un pequeño bosque y donde acababa el mismo era donde empezaba el camino del orfanato de las chicas. Lo tendrían muy fácil, o al menos eso parecía.Menos mal que se les ocurrió aquella idea, porque vieron a monjas andar por las campas del orfanato mientras descendían ocultándose tras los árboles y arbustos del bosque. Aunque más que dando un paseo estaban… ¿Vigilando?-David -dijo Bruno bajando un poco el tono aun sabiendo que desde el orfanato era imposible que les oyeran-. ¿Tú qué crees que hacen ahí las monjas? Porque las veo por ahí dando vueltas y no me dice nada bueno…-Sinceramente no tengo ni idea –le respondió David-. Pero supongo que ya lo descubriremos, cada cosa a su tiempo –añadió-. Y aligera ese paso por Jesucristo que no llegamos hasta mañana si no.-¿Quién es ahora el mete prisas?- le vaciló Bruno, y los dos rieron aunque más bajo que normalmente porque se acercaban al orfanato.Aun cuando estaban llegando a el camino que llegaba al orfanato no sabían qué hacer ni uno ni el otro. Con todas aquellas monjas, tres habían contado, por ahí merodeando era imposible que pudieran acercarse al orfanato y un milagro tendría que ocurrir para que pudieran hablar con alguna de las chicas.-¿Qué vamos a hacer?- preguntó Bruno, aunque no tuvo ningún tipo de respuesta porque estaba claro que ninguno sabía que podían hacer.Tendrían que esperar un rato a que las monjas se fueran, pero ese plan no funcionaría. Estaban casi completamente seguros de que las monjas estarían ahí hasta que fuera de noche y las puertas se cerraran. Quizá algún día del pasado aquello no fuera así.-Voy a entrar ahí –dijo convencido David poniéndose de pies-. No aguantó más adiós.Bruno no se lo pensó ni un segundo, le agarró y le dijo que esperara. David por su parte le decía que le soltara y justo en aquel instante de forcejeo miraron a la puerta del orfanato de donde venía un grito.Allí estaba un monja tirando de los pelos a una chica y la pequeña estaba gritando como una loca, le estaba doliendo y mucho. Estaban tan cerca de allí que hasta pudieron oír a la monja gritar:-¡Vete ahora mismo a recoger todo lo que has tirado! Un segundo después vieron a una chica correr hacia ellos. Aunque no parecía que estaba bien, estaba como comiéndose el pelo casi y envuelta en lagrimas. No se podían ni imaginar todas las cosas que les hacían a las pobres niñas de aquel orfanato. Aquello fue un golpe de suerte, porque aunque estuviera llorando aquella chica podían ayudarla a cambio de que les dijera que había pasado con Sara. La chica cada vez estaba más cerca de ellos, aunque ya había ralentizado el paso.Decidieron en un segundo aparecer junto a ella en cuanto no estuviera a la vista de las monjas. Así que esperaron medio minuto más hasta que la chica estuviera lo suficientemente lejos de las monjas para que nadie les viera hablar con ella.Justo antes de pararla Bruno se dio cuenta de que aquella chica aquella chica era…-Hola, ¿Necesitas ayuda? –dijo David antes de nada.La chica les miró y al ver a Bruno le dio un abrazo casi al instante y poniéndose a llorar sobre su hombro y solo en aquel momento Bruno supo que aquella chica que acababa de ser maltratada por una monja no era nada menos que Maider, su novia.-¿Qu… qué tal? –preguntó Bruno en cuanto dejaron de abrazarse-. ¿Qué pasa con vosotras?-Lo siento chicos no tengo mucho tiempo –dijo ella por su parte, se estaba poniendo muy nerviosa-. Acompañarme y os voy contando, ¿vale?Dicho aquello se puso a andar. Pero antes de que pudiera reaccionar Bruno la agarró del brazo, la atrajo hacia él y la besó.Nota de autor:
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