Revista Literatura

Capítulo 62 - Fiesta

Publicado el 10 febrero 2011 por Ddmx
Desvaríos:
Ya le he contado, o no, la metáfora del niño, y el castillo de arena, por eso lo voy a volver a hacer. Porque pertenece al pasado, y recordar, no siempre es malo.
Un niño jugando en la playa. Esta haciendo un majestuoso castillo de arena, cada cosa que añade, le queda aún mejor. Como 2 horas lleva ya construyendo su perfecto castillo. El sol hace que algunas partes se resequen demasiado, por lo cual, uno de los 4 torreones cede.El niño ve como su obra se desquebraja, es sutil la herida en el corazón, pero es una herida. No se le pasa por la cabeza, el intentar reparar el daño, o siquiera obviarlo.El niño se levanta y pisotea fuertemente el castillo, hasta dejar un monte de arena mojada.
No existe una moraleja real.Personas, en las cuales por desgracia, debo incluirme, ponemos demasiado anhelo, ilusión y ahínco, en lo que hacemos.Es muy duro ver como empieza a fallar, y las fuerzas para enmendar, no siempre están ahí. Eludir los pensamientos y seguir adelante… mmm es gracioso lo sencillo que resulta leerlo.
Capítulo 62º
Por la zona de marcha 2ª parte:
Después de tan escatológica escena, Fon y yo seguimos caminando unos metros.
- ¿No te vas a quitar el pucho? –me soltó Fon sin venir a cuento-.- ¿Qué? ¿Por qué? –pregunté-.- Sabes que a veces los porteros son gilipollas, es para que te dejen pasar.- Fon… Estamos con una temperatura muy baja, hace 2 días que me rapé el pelo ¿Sabes el frío que se siente estando tan cerca del muelle? –expuse así mis alegatos-.- Bueno… como quieras…
Al final me quité el pucho. Un frío que pelaba. Desde niño siempre me han encantado los sombreros. Todos. Bueno, casi todos.No los usaba demasiado porque siempre tuve un pelo demasiado fino, con un pucho, o visera, yo sudaba y me quedaban unas marcas muy visibles. Al llegar a los 25 años, hasta me alegré de tener alopecia, por fin podría usar puchos… a menos que tuviera que toparme con un portero de discoteca por lo que veo. Preferiría tener una buena mata de pelo. Pero si no, usar diferentes tipos de viseras o puchos, incluso capuchas, de verdad que me hace sentir bien. ¿Le he dicho que me gustan los puchos? Bueno, gorros de lana, pero yo les llamo puchos.
Al entrar a la primera discoteca, y habiendo dado 2 pasos escasos, volví a ponerme mi pucho. So fuck.Gabri estaba por allí. Después de ir a los baños a mear, regresé con Fon que se encontraba cerca de la barra, Gabri le estaba dando la chaqueta.
- Fon, si te quedas con esa chaqueta, me voy para casa.
1 minuto me valió para darme cuenta. Me sentía mal.No sabría decirle por qué al salir de esa discoteca, me metí en otra a tomarme un cacique con cola.Diría que era una discoteca de ambiente, de ambiente gay quiero decir. Nunca entendí eso de ambiente.Igual no existe el ambiente heterosexual. Un transexual me guiñó un ojo.Al menos aquí ponen “house”. Yo crecí con grupos de música electrónica. No sólo escucho instrumental, clásica o rock. Me acuerdo de los The Chemical brothers, de The Prodigy, Apollo 440 en sus comienzos, y los archiconocidos Moby y Fatboy Slim.
Tengo que volver con Fon y convencerle de que no lleve esa chaqueta encima. No es por él. Es por mí.Si la única vez que salgo, todo terminase así… todo lo que toco lo rompo. Ya no existirá deseo de mejorar, y cuando la carpa deja de nadar….
Al volver a la discoteca, donde se quedó Fon, el portero me paró. Se me había olvidado quitar el pucho para entrar.- Tienes que entrar sin llevar eso en la cabeza.- Perdona, llevo poco tiempo siendo calvo. –mentirle a un portero da buena suerte-.
Fon estaba apoyado en la barra, cabizbajo, sosteniendo un cubata, y con la puta chaqueta colgada del antebrazo.- ¿No has bebido ya suficiente? Además con la chaqueta del ladrón de guante blanco… -de esta forma saludé a Fon-.El emitió unos susurros ininteligibles. Le obligué a irnos a tomar el aire, pero el cubata no era suyo, era de Gabri. De todas formas, Fon estaba mal por lo de su ex, le daba todo igual, así que decidió hacerme caso y salir afuera.Cubrió el vaso de tubo con la chaqueta y al salir de la puerta, en la primera esquina que encontramos, se dejó caer.
Estuve 20 minutos intentando convencerle de levantarse, ir hasta el parque que estaba justo en frente, y ponernos a charlar.De repente, la inspiración. 3 veinteañeras estaban a nuestra vera.Utilizando los pocos conocimientos que tengo sobre el intercambio verbal con chicas, y tras algunos titubeos por parte de las féminas, logré persuadirlas para que me ayudaran a convencer a Fon, de que levantase su culo y viniera conmigo. No resultó. Fon no hizo caso a las chicas.Pero al poco rato, se incorporó dejando allí el cubata y la chaqueta robada. En el suelo. Mientras este cruzaba la calle, y ayudándole como buenamente pude, me giré hacia el portero de la discoteca para que se fijase en mí. Cuando me vio,  apunté con mi mentón a la esquina donde estaba la chaqueta, el la cogió y abrió las manos aguardando una respuesta por mi parte.
- Debe ser de alguien que se la olvidó. –grité-.
Todo paso muy rápido, creo que Fon ni se acuerda. Estaba realmente mal.Puedo decir, de cuando tenia una vida social, que existen dos tipos de amigos, en base a como te “ayudan” con sus consejos.1º Los que intentan que veas todo de otro color, y quitan hierro al asunto.2º Los que escuchan, y ofrecen el hombro.
Quizá exista un tercero.Ya le digo que Fon estaba realmente mal. Por eso empecé a contarle mi historia. A medida que avanzaba, no pude evitar echar cosas en cara, de quienes ni allí estaban. Cada vez hablaba más alto, y los lagrimones se sucedían hasta llegarme al cuello consiguiendo despertarme del estado alterado.Creo que todo Vigo me conoce ahora. Pero da igual, que es el resumen que le di a Fon.
Cuando la herida es tan sumamente profunda, y sangrado lo suficiente, la costra que se forma encima no tiene nada que envidiar a la roca más dura.
Creo que se sentía mal, por sentirse mal, delante de mí. Me dijo una frase que me dolió de sobremanera.- Dos personas con depresión no pueden salir juntas y solas.Fuimos a otro local que estaba cerrando, estuvo con la cabeza agachada todo el tiempo, y juraría que con los ojos cerrados.
Cuando le convencí para acompañarle a casa, se levantó y comenzamos a andar hacia la puerta. Al salir a plena calle la brisa nos despejó a los dos. Por desgracia.
El frío consiguió que Fon se dirigiera a su casa a paso firme bramando locuras. ¡La quiero! ¡Quiero estar con ella!¡Por qué todo es tan difícil!Iba pegando patadas a las papeleras, yo no era capaz de pedirle que parase.El problema es cuando le endiño un fuerte puntapié a unas sillas metálicas que estaban apiladas, formando unas columnas.De las 5 columnas tiró 3.Me puse a recogerlas mientras la gente me miraba con desprecio. Lo gracioso es que lo logré, un poco, me faltaban fuerzas, puse solamente una columna de sillas en pie. Al girar por la bocacalle, ya no pude ver a Fon.
¡Yuju! Fiesta…

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