Capítulo 72.

Publicado el 04 noviembre 2014 por Xabifernan @UnBloggeroMas1
Capítulo 72. 

En cuanto Laura y Ander llegaron a la sala de visitas en la que estaba Alex, Bego les dijo que esperaran fuera. Pero no sin antes darles una explicación, «El médico nos acaba de decir que seguirá inconsciente hasta dentro de siete horas y que no es conveniente que tenga visitas durante dicho periodo», les dijo justo antes de prácticamente obligarles a irse a su casa a descansar unas horas.Laura y Ander, aunque no estaban muy de acuerdo con aquello de tener que irse un rato finalmente aceptaron. Porque igualmente no les dejaría ver a su primo, que era lo importante, y al darse cuenta de aquello se fueron  a descansar a casa de su tía.

Mientras tanto en la sala de Alex...Bego yacía sentada en la camilla de Alex con los dedos de él entre los suyos, mientras que Jose estaba sentado en una de las acolchadas aunque incómodas sillas del hospital.

Los dos estaban pensativos, habían visto a Alex en el suelo por que obviamente había descubierto el desván sin que ellos se lo mencionaran siquiera. En parte se sentían culpables.Jose dijo Bego mientras seguía acariciando la mano de Alex y mirándole. Tú también crees que Alex lo ha visto, ¿Verdad? Si te refieres a las fotos del desván obviamente las ha visto respondió secamente Jose—, y si se acordara de ello le deberíamos muchas explicaciones, muchísimas. —Lo sé, y espero que tú se lo puedas decir todo, porque estoy segura de que no podré articular palabra —mencionó Bego soltando a Alex y poniéndose de pies—. Me siento tan mal por haberle ocultado eso, te dije que tendríamos que habérselo dicho, te lo dije… —sollozó Bego.—Lo sé, y tendría que haberte hecho caso. Ya se lo explicaré detenidamente yo todo, relájate —dijo mientras se levantaba de la silla y la daba un abrazo. “Nota mental: La verdad se acepta y se cura, pero la mentira siempre abre la herida más grande y difícil de curar. No volveré a mentir nunca más, de ahora en adelante seré sincero siempre.”, fue lo que mentalmente reflexionó Jose mientras se abrazaban.—Ahora ya solo queda esperar, pronto todo estará fuera del baúl de los malos recuerdos para estar en la memoria de Alex toda la vida. Solo espero que nos comprenda y perdone —susurró Bego al oído de Jose.—Yo también lo espero Bego, yo también lo espero…Y allí, el uno abrazado al otro se quedaron durante diez minutos más. A Bego se le caían las lágrimas mientras Jose no paraba de consolarla e intentar hacerla sentir mejor.

En aquel mismo instante en la cabeza de Alex…—¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy viendo todo en blanco y negro? —se auto-preguntó Alex en voz alta.

Estaba asustado, porque sabía perfectamente dónde estaba. Pero lo que le preocupaba no era el hecho de que todo estuviera en blanco y negro o estar allí, justo delante de la puerta del orfanato de las chicas. Sino el hecho de por qué estaba allí. Entró al orfanato ya que la puerta estaba abierta debido a que una niña la cual no sabía quién era acababa de salir. Así que el por el contrario aprovechó para entrar, y en cuanto entró la puerta se cerró a cal y canto y de forma brusca justo detrás suyo.“Huelo cosas malas, huelo cosas muy malas”, la intuición de Alex era muy buena, así que se fió de ella y empezó a hacerse la idea de que cualquier cosa podría pasar allí dentro.Recorrió silenciosamente los pasillos de aquel gran edificio mientras muchísimas niñas y monjas circulaban por él sin cesar pero sin siquiera fijarse en que un extraño estaba dentro. Parecía invisible para ellas, lo cual no le extrañó por alguna razón.Así que sin articular palabra siguió recorriendo los pasillos lentamente, hasta que escuchó un grito. Un grito que nunca querría haber oído, aquel grito había salido de la boca de su querida Sara claramente, lo cual le volvió loco.Empezó a correr por los pasillos del edificio, por cada una de las plantas sin parar de gritar el nombre de Sara. Pero aquel grito no paraba de repetirse por todos y cada uno de los pasillos a la vez, parecía que venía de todas partes y de ninguna a la vez.Alex siguió corriendo, hasta que una de las partes racionales de su cerebro pudo trabajar como normalmente lo hacía. Y aquella parte lo único que le dijo fue que empezara a abrir puertas.Alex no supo que más hacer, abrió una infinidad de puertas y gritó el nombre de Sara hasta que no pudo más. Pero aún así no la encontró, pero no se dio por vencido. Siguió abriendo puertas, una a una, hasta que finalmente abrió la puerta adecuada.En cuanto la abrió la fatiga, el malestar y el cansancio le vinieron encima. Pero ni aquellas cosas podrían hacerle olvidar lo que vio, lo recordaría toda su vida.Allí estaba Sara, atada a cientos de tubos que le introducían constantemente diferentes líquidos en el cuerpo, mientras sangraba del costado derecho y un par de médicos la intentaban curar. Ambos tenían aquella cara, aquella cara a la que Alex tenía tantísimo odio, los médico tenían nada más y nada menos que la misma cara del niño de las fotos del desván de su casa. Y por lo que le pareció a Alex no lo estaban consiguiendo ayudar a Sara, estaba muy pálida y debido a que todo se veía en blanco y negro el contraste era mayor.Nuevos sentimientos le empezaron a comer por dentro: impotencia, furia, tristeza…Y para liberarse y poder dejar atrás aquellas cosas por un segundo fue gritar, grito hasta que se quedó sin airé y la voz no le salió.“A veces en un sueño somos nosotros los que lo controlan y lo hacen bonito, por el contrario otras veces son los sueños los que nos controlan a nosotros. Tienen poder sobre todas nuestras emociones y podían marcarte muchísimo y acordarte de ellos durante toda tu vida. Pero esos sueños, en los que no eres más que un juguete y eres el controlado, no son sueños, sino injustas y dolorosas pesadillas.”

Otra vez en la sala del hospital…Bego estaba dormida en la camilla de al lado de la de su hijo mientras Jose empezaba con alguna cosa de su trabajo, acababa de levantarse. Ya eran casi las siete, había sido una noche difícil y lo que habían dormido era poco. Muy poco.

De repente un movimiento captó la atención de Jose, Alex acababa de mover la mano y ahora mismo estaba abriendo un ojo. Alegría fue lo que sintió, alegría y nerviosismo por todo lo que les quedaba todavía por vivir aquellos próximos días también. —¡Bego! Despierta, Alex acaba de abrir los ojos —le dijo algo más alto de lo normal mientras la movía.—Llama a los médicos —susurró Bego mientras se frotaba los ojos e intentaba levantarse.—Voy —obedeció sin pensárselo dos veces Jose dando al botón que había en la puerta de la habitación para llamar a los médicos. Médicos que revisarían a su hijo antes de que pudieran abrazarle, las ganas iban en aumento y tenían grandes esperanzas de que Alex ya estuviera bien.Alex posiblemente era la persona que él conocía que más había sufrido, lo cual le hacía fuerte. Muy fuerte, “Quizá la persona más fuerte que conozca”, pensó Jose justo antes de que los médicos entraran a la sala para valorar el estado de Alex.


Nota de autor:Espero que os haya gustado, y también espero poder volver a subir más a menudo. Os recuerdo que estoy reescribiendo esta misma novela en wattpad pero cambiando alguna cosa nueva y quitando alguna otra. http://www.wattpad.com/story/22919177-sue%C3%B1a-conmigo-por-favor
Un saludo, y hasta la próxima.