Revista Diario

Capítulo IV: La falsa Solana

Publicado el 06 noviembre 2010 por Aletaubas
Para marzo 2009,ya habían pasado 6 meses desde que comencé a hablar con Solana. 6 meses de deseo generados por la misma persona. Toda una historia. Me hace acordar a los amores más adolescentes cuando uno fantaseaba inmóvil con alguien porque no se animaba a definir. Meses o años de irte a dormir pensando en un beso, un perfume, algún roce o sonrisa casual.
Capítulo IV: La falsa SolanaAdemás, a los veinte años, somos más histéricos. La vida está por delante y salvo que hayas tenido una infancia muy frustrada, sobra tiempo para elegir tu media naranja. Sin embargo, a medida que pasan los años (no muchos) nuestra forma de relacionarnos va sufriendo modificaciones. Los filtros ceden, los sueños se desvanecen y seguramente ya saboreaste al menos una vez el amargo de una desilusión.
Pasamos a enfocarnos en lo concreto. El boludeo queda atrás y lo que antes era un juego es ahora una pérdida de tiempo. Además, las “ganas” de estar acompañados se tornan más pesadas también. Poco a poco quedan menos solitarios y nadie quiere ser el último. Lo que antes era una opción densa, hoy es un potencial candidato. En definitiva, sucede lo que se suele conocer como “madurar”.
Por eso, encontrarme en un histeriqueo de tantos meses, con una mina a la que ni siquiera le había acariciado la mano, era un viaje a sensaciones al pasado. Por momentos divertidas, pero por otros desgastantes. Igual, sabes que en ese sentido nunca termine de madurar. No supe como escapar a esos “amores de cuentos”.
A veces me pregunto si debería conformarme. Suena raro el término, porque muchos dirán que no se han conformado, sino que es otra clase de amor. Un amor más maduro. Sin embargo, desde mi punto de vista, es pasar de “jugar para ganar” a “jugar para divertirse”. ¿Qué sentido tiene seguir encaminado en algo cuando lo mejor ya paso?
Igual ese es otro tema, pero un poco para que entiendas, Solana para mí era ganar. Era la mina perfecta. Como también lo fueron mis dos ex en su momento. No puede ser simplemente alguien casual que se sentó junto a mí en una espera. O cualquier compañera del trabajo bonita que gusta de mí. Tiene que haber algo más y ese algo más, siempre por definición, no es fácil de encontrar.
Bueno en marzo, además, esta pisciana teóricamente cumplía años. Y como parecía ser su costumbre, se solía pedir vacaciones cerca de esta fecha. Interrumpiendo los viajes, no tuvo mejor idea que empezar a llamarme insistentemente todos los días. Al principio yo poca bola, pero en su arte de manipulación y seducción, al tercer día pique la carnada.
Igualmente, y a pesar del enamoramiento, ya descreía de un posible encuentro. Ni siquiera se lo insinuaba. Si llamaba bien, y sino también. Trataba de no concentrar mis expectativas aunque disfrutara tanto de su compañía.
Algo que siempre me llamo la atención es que nunca me pedía fotos, ni nada que tuviera que ver con mi aspecto físico. Era raro. Puede que no sea relevante, pero de ahí a que ni siquiera te den curiosidad los gestos, los amigos, la familia. Encima yo soy una persona bastante reservada con sus relaciones. Claro que en Facebook tengo fotos, sin embargo en la mayoría de ellas estoy solo. Me gusta mostrar de mí hasta el punto dónde lo manejo. En un mundo de extraños o muchos conocidos y pocos amigos, prefiero mantener mi vida privada lo más alineada a este concepto posible.
Y ella también tenía pocas fotos. Igualmente ya a esta altura te dije que la había borrado como contacto. No tenía visibilidad de su vida más que su narrativa. A veces por insistir y otras por seducir me pasaba algunas fotos. Así conocí a las hermanas, a algunas compañeras del trabajo. Vi fotos de algunos viajes, sobretodo en Europa. También conocí a sus sobrinos. La vi de chiquita y hasta esquiando en el Sur.
Y no solo eso, de cada foto había un relato. O muchas veces alguna historia. Realmente nos conocíamos. Aprendió mis hábitos. Que suelo almorzar o cenar, quienes me llaman por teléfono, a qué hora. Que hago los fines de semana. Los nombres de mis amigos. Incluso un par de veces hasta hablo con Pancho por teléfono. Como se compone mi familia, mis mascotas, etc. Sabía mucho más de mí de lo que conocen personas que me tienen al lado todos los días.
Llego el día de su cumpleaños y la llame a las 12 para saludarla. Hacía una semana que hablábamos todos los días por varias horas. Recuerdo que aquel día habíamos hablado dos o tres veces y finalmente cortamos un rato antes. Así que cuando en el reloj se hicieron las 00:00, la llame nuevamente para felicitarla. Además moría por llenarla a regalos obviamente, pero por suerte mi cerebro funcionaba y me supo moderar.
Finalmente la licencia de vacaciones terminó, volvió a volar y desapareció nuevamente. Parecía como a propósito. Cuánto más se acercaba más lejos se iba después. Obvio que los primeros días me entristeció mucho pero como ya de alguna manera lo esperaba, resignado seguía adelante.
Buscando una nueva historia que pudiera reciclarme y liberarme de Solana llego mediados de Abril. Mi prima vive en Estados Unidos. Está casada con un argentino, en ese momento tenían un solo hijo y cada tanto viene a visitar Argentina. Ese año, su marido cumplía 40. Decidieron celebrar su cumpleaños con otro amigo que también festejaba cuatro décadas en un gran salón en Buenos Aires. Fue muy similar a un casamiento o evento porque había muchos invitados, catering, música, bla, bla. La verdad que estuvo muy bueno. Pero principalmente por lo que sucedió al final.
Recuerdo que estaba charlando con varios amigos de mi prima, cuando de pronto veo entrar una rubia, alta, de ojos algo achinados claros, en botas, minifalda que me dio vuelta los ojos. Una diosa. No sé que habrán sentido los demás pero yo quedé shockeado. Se notaba que no era una pendeja. Nadie en esa fiesta bajaba los 30 años. Mi prima en esa época tenía 32, me lleva casi 4 y aquella mujer seguramente tenía algunos más.
Muy a mi pesar estaba acompañada. Igualmente jamás le hubiera dicho algo en un contexto así. No solo porque casi me sacaba una cabeza con esos tacos (aunque me importe muy poco) sino que además era una fiesta de conocidos. El levante no era opción. Así que no tuve otra más que observarla el resto de la noche. Básicamente el evento cambió de etiqueta.
No paro de bailar y reírse pero era un garrón verla con alguien. En mi opinión no combinaban ni un poco. Ojo, seguramente desde afuera, ella al lado mío combinaría menos, sin embargo, y más allá de las normas estándares de parejas, actitudinalmente eran dos especies distintas. Te explicaría por qué, pero no me quiero adelantar.
¿Qué hice entonces? Como sabrás, sino actuaba, me iba a arrepentir toda la vida. Se había impregnado en mi cabeza una nueva persona después de un exceso de meses perdido. Aunque el efecto durará solo esa noche, no sabes la falta que me hacía. Me sentí renovado y entusiasmado por una sensación que había abandonado en la frustración. Un nuevo desafío, lo que fuere, pero al menos pensaría en otra persona.
Entonces, para el final de la fiesta, acorrale a mi prima en una esquina y le dije: -¿Me podés explicar quién es esa mujer?-, señalando a la presa en cuestión. Al toque me dijo algo como que no estaba relacionada con su marido, sino más bien con el amigo cumpleañero. Un garrón porque entonces la conocería poco y no había chances de volverla a cruzar, ni que me tirara algún dato que pudiera servir más adelante.
También me dijo algo como que que era mayor que ella. Como si eso pudiera desilusionarme o detenerme. La mina era alucinante. Que carajo importa la edad cuando se te prenden todas las luces del cuerpo. Vivimos buscando atributos estándares en lugar de enfocarnos en las señales que nos regalan los sentidos. Hay que sentir un poco más y pensar un poco menos. Y aunque te parezca mentira, yo empiezo a pensar una vez que siento y no al revés, como la mayoría.
Así que como último recurso pensé, me llevo el nombre y después la busco en el repositorio mundial de personas: Facebook. Total, ¿qué otra opción me tenía? Así que le pregunte a mi prima, -¿Sabes al menos cómo se llama?- y muy a mi sorpresa, para completar la noche y dejarme en pre infarto me respondió -Creo que se llama Solana-.
… se me detuvo el corazón. Al toque le pregunte por el apellido pero no se lo acordaba. La llamaron y se tuvo que alejar un rato. Igual me dijo que trataría de averiguarme. Entonces la volví a mirar ya con el rostro de la otra cretina en la mente y la altura, los ojos claros, el pelo rubio lacio, los ángulos de la cara, era ella. O al menos era posible. Quería huir del cagaso. No podía estar ahí, justo en ese momento. Del más creído pasé al más tímido. Me dolía el estómago de los nervios. Tampoco podía enloquecer a mi prima para que me averigüe porque estaba en otra. O sea me la tendría que tragar en suspenso hasta que pudiera preguntar mejor.
Gracias a Dios (que no existe), unos minutos antes de irme me dijo el apellido y resultó ser otra persona. Igualmente el daño ya estaba causado. Por unos 30 minutos las historias se habían mezclado y Solana 1 estaba presente en mi cabeza otra vez. Te imaginarás como me fui a dormir esa noche. ¿Qué posibilidad puede haber de cruzarme con otra mina parecida, con un nombre tan atípico y en mi primer encuentro con alguien que me gusta? Señal o no da lo mismo, aunque le pusiera onda, no me podía escapar.
Pasaron unos días en silencio. Busque a Solana 2 en Facebook, la miré y cerré el explorador. Y así varias veces durante varios días. Era jodido, intentar hablar con ella me traía recuerdos de la otra todo el tiempo y la verdad es que no quería.
Creo que no fue hasta un par de semanas después cuando le escribí por primera vez. No me acuerdo bien que le puse, pero su respuesta fue muy breve. Como en el 90% de las mujeres de este mundo ser un extraño es la peor condición que te puede tocar. Ellas se olvidan que antes de convertirnos en un ser especial, dulce, buen amigo, novio, amante, compañero del laburo, de la facu, de teatro o lo que sea, alguna vez fuimos extraños también. Pero bueno, cuando no hay excusa hay que crearla y sino la podes crear, seguí insistiendo. “No es quien, es cuando” dice un gran sabio y por amor a mi propia regla, cuando vi una devolución tan poco estimulante opté por esperar un tiempo antes de volver a intentarlo.
Mientras tanto, continuaba sin noticias de Solana 1. Era la primera vez que se distanciaba tanto tiempo. Al romper con su propio hábito comencé a pensar que capaz no volvería a saber de ella. Pero de la misma forma que intuía la imposibilidad de conocerla alguna vez personalmente, sentía que tampoco desaparecería del todo.
La verdad que fueron unos meses bastante confusos en todo sentido. Enamorado de un fantasma que con la mejor onda no quiere encontrarse conmigo sin justificación lógica, que a pesar de mi falta de iniciativa para generar contacto, nunca se termina de alejar. Que en el medio de esta incoherencia aparece otra mina parecida que se llama de la misma manera... Sencillamente se aventuraba un invierno al que no le faltarían problemas… y, claramente, así fue.

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