Capitulo Uno — El Verdugo con Piel de Seda

Publicado el 20 agosto 2015 por Mariejsamuells
I9 de Julio de 194524 HORAS ANTES..."De los trazos de la noche y los amantes del día yace en su esplendoroso navío aquella doncella con los poderes de su madre, y con los ojos destinados a la tormenta"La espalda blandida por aquel hombre de piel blanca era tan rápida como el viento a finales de los años del eterno invierno.Sin duda, tenía el porte de todo un caballero de la corte de la Reina de Hielo, las vestiduras ennegrecidas por el barro y las largas horas a caballo lo hacían un ordinario súbdito, sin embargo el aplique de oro bañado en escarchas mágicas delataban su gran estatus con la reina.
—Debería dejarte morir para que los dragones den con tu paradero y seas su insignificante cena—Su voz era una auténtica delicia para los oídos del todo el reino, pero al igual quera una exquisitez, tan dulce y aterciopelada era también letal y moribunda.En pocas palabras el era un demonio vestido de seda.El hombre de piel blanquecina vestía un intenso uniforme color azul eléctrico, haciendo resaltar sus tupidas pestañas y su nariz recta. Aquel hombre era un adonis cruel y ruin, dispuesto a destripar a cualquier corazón noble y puro que se interpusiese en su camino. Su única misión en este mundo es obedecer a su reina.Por cumplir su misión no supo que lo tenían vigilado.La presa que yacía bajos sus pies sintió como la muerte se avecinaba con paso apresurado, su captor no dudo ni un segundo, mientras atravesaba con su larga espada su corazón que bombeaba con una fuerza apresurada, pero eso no evito que el hombre traspasara sin ningún problema aquel órgano tan vital. A los poco minutos, luego del terrible dolor atroz que sentía. Murió, murió en manos de un hombre que la muerte también le estaba haciendo una visita.Si Pantox hubiese sido tan inteligente como lo era para cazar a sus presas, como lo era para seducir a una mujer con su belleza, se habría dado cuenta que todo el lugar comenzó a enfriarse, justo como sucedía cada vez cuando la presencia de la reina era requerida. Si se hubiera fijado de esos simples detalles hubiera sabido que la mano que paso por su cuello antes de cortarlo era de una mujer, era de la mujer que servia.Pero Pantox estaba distraído jugando con su nueva espada de acero gelico.Por cumplir su cometido mientras blandía su espada de forma distraída no supo cuando lo abordaron por la espalda y sin prisas pasaron una navaja por su cuello reluciente, como una sonrisa grotesca en medio del arte.Su cuerpo cayo inerte en el pavimento, cerca de la puerta secreta del castillo (que usualmente usaba para darse una escapada hacia el barrio de Oro del lugar, en donde se encontraba su prostituta favorita Sash), cayó con un sonido sordo y rápido, sin delicadeza, aquel hombre de buen porte y ojos lujuriosos quedo tendido en el suelo, y su sonrisa pícara que prometía una muerte sin rechinar murió sin ser encontrado, su cuerpo no fue hallado hasta después de dos meses, cuando la reina del Hielo paseaba con aire aburrido por su castillo, buscando la forma de ignorar a todos sus súbditos con sus problemas que no le interesaban en absoluto.La Reina observo desinteresada el cuerpo en estado avanzado de putrefacción, los ojos que alguna vez fueron cálidos y llenos de vida ahora ya no se encontraban en su sitio, su cara estaba casi desparecida por los insectos y animales que circulaban en aquel recinto, su piel caía a pedazos, y en el cuello, como de forma grotesca y sin gracia estaba una línea con sangre espesa y bastante seca que resaltaba de su cuello.Aquel hombre no vio quien lo asesino, y murió de forma inesperada.Así como todas las victimas que alguna vez rosaron sus manos.En el entierro del joven Pantox, la mayoría de los hombres que estuvieron a su cargo no fueron, algunos maldecían en su idioma nativo mientras el resto de ellos lo llegaron a detestar tanto que celebraban su muerte.Pantox nunca fue un hombre de buena fama por entablar amistades duraderas y reales.Su cuerpo maltratados y descompuesto fue incinerado hasta convertirlo en absolutamente nada, nadie quería ver a un hombre detestable descompuesto, por mucho que lo odiasen verlo de aquella manera simplemente era demasiado para todos.La Reina nunca apareció.La Reina siempre debía estar presente en los entierros de sus oficiales, pero por primera vez desde que llego al trono luego de las guerras no se presentó.Y eso era bastante sospechoso para las pocas personas que presenciaban el crematorio en la mitad de la plaza del castillo, como era de costumbre para un guardia de alto rango.Mientras las pocas personas que aún presenciaban con cierto aburrimiento como las llamas que consumían a su oficial al mando se apagan, en alguna otra parte del castillo la Reina, con aire ausente, observaba por la rejillas de la habitación en penumbras en donde se encontraba. Su vista estaba nublaba y la voz en su cabeza seguía hablándole.Como todas las noches.Su muerte traerá sus frutos.La Reina asintió, la sombra y ella se complementaban.Ambas sabían que la muerte del chico traerá la paz que ellas tanto necesitaban.Mientras la voz seguía diciéndole que su trabajo apenas empezaba, con ambas manos sujetaba el distintivo que llevaba el uniforme de Pantox, como atesorando la muerte del oficial.El juego apenas empieza.La Reina sonrió de forma automática y mecánica, como un robot, su sonrisa parecía sacada de los cuentos de brujas que le solían contar a los niños de las aldeas para que no fueran a los bosques en la noche. Mientras giraba el dije de aquel hombre, de las manos saltaban las acostumbradas chispas azules que delataban su deseo,El juego apenas empieza.