Santiago venía bien. Por estar más acostumbrado a la longevidad de la compañía, balanceaba mejor sus tiempos. Sin embargo éramos solo dos. Y dos polos opuestos a quienes muchas veces, sin un tercer equilibrista, se les complica compensar la necesidad de riesgo de uno con el placer de la paz del otro. O mi culo inquieto con su paso metódico y pensante.
Entonces, sucedió como una suerte de desarraigo resentido. Nos juntábamos una vez por semana con la única intención de bastardearnos. Era una guerra de argumentos o maltratos sobre lo que hacía cada uno con su vida. El que más ligaba era Pancho, claramente. Pasó de ser una gran promesa de macho al mejor chihuahua faldero en menos de 4 meses.
Por otro lado profesionalmente estaba mejor. Había cambiado de área y me divertía. Tenía otras libertades lo que me permitió apalancar mejor mi proyecto. Este sería mi último año en relación de dependencia, sin embargo, aún me costaba intuir lo cerca que estábamos de alcanzarlo. Igualmente comenzaba a notar que había oportunidades. Era cuestión de continuar lo mismo que veníamos haciendo los últimos 2 años y medio. Por suerte la motivación se mantuvo alimentada y sin mayores sorpresas sucedió casi naturalmente.
No sé qué hubiera pasado en esa época si me encontraba de novio. Cuanto más intimas son las relaciones, más tiempo nos demandan. En ese entonces yo invertía todo en mi proyecto. Apenas gozaba de cierta libertad los viernes o sábados por la noche. O sea que, seguramente, algo hubiera salido mal. O el emprendimiento no habría crecido tan rápido o me hubieran puesto una gran patada en el ojete por estar tan ausente.
Configuramos vínculos con el objetivo de compartir algo. Emprender un compromiso y no atenderlo es un inminente fracaso. Las intenciones pueden ser las mejores, las palabras pueden regalar los mejores argumentos y los involucrados puede tener la más resistente paciencia, pero, al final, creo que lo mejor es sincerar las prioridades de cada uno y aceptar lo que perdemos. Condicionar al otro con mis intereses, es un grave error. Es someterlo a padecer. A aguantar por un teórico: “por amor”. Falso. En mi opinión, la verdadera nobleza del amor, ocurre al liberar cuando no podemos dar lo que el otro espera de nosotros. Cualquier otra posición, es egoísta. Incluso cuando aceptamos un sacrificio voluntario a favor nuestro.
Viéndolo de esta manera, tal vez, las Solanas, fueron lo mejor que me podría haber ocurrido durante el 2009. Una dosis mínima de fantasía, romanticismo, ningún compromiso y un gran aprovechamiento del tiempo remanente. Al final, todo lo que hice fue desde la comodidad de mi casa y a través de una computadora. Cualquiera que diga que existe sacrificio por escribir o manifestarse desde una PC o teléfono, tiene un sentido del esfuerzo muy limitado. Los verdaderos actos ocurren en otras circunstancias, aquellas que las “verdaderas” relaciones necesitan y de las que yo estaba exento.
Retomando, recuerdo que el jueves 23 de Julio, a la tardecita, le volví a escribir un mensaje por Facebook a Solana 2. No la tenía como contacto, así que la busqué, como otras veces, y le redacté algo divertido. Tarde o temprano encontraría el día correcto. Además los jueves, por lo general, son días copados. De buen ánimo. Si llegaba a tener la suerte que leyera mi mensaje antes de la medianoche, tendría posibilidades de avanzar un casillero. Por ahora los dados no me habían dejado mover del inicio.
Y así fue. Con otra respuesta divertida, recuerdo que me dijo: -Sos insistente, ¡eh! ¿No te cansas nunca?-. A lo que yo le respondí obviamente que no. Qué lo más importante con una mujer es encontrar el día correcto para dialogar por primera vez. Qué no hay que tomar el rechazo como algo personal, al menos en la mayoría de los casos. Qué la mujer suele rechazar hombres todos los días. Y, claramente, eso no significa que ninguno le gusta, sino que simplemente está ocupada, pendiente de otra persona u otra cosa, en crisis, comprometida, desganada, histérica, agotada, etc., etc.
A diferencia del hombre, la mujer puede ocuparse de muchas cosas a la vez, pero no de muchos hombres. Sin embargo el hombre, puede ocuparse de pocas a cosas a la vez, pero sí de muchas mujeres. Entonces, si llegaste a la ventanilla y resulta que hay muchas personas esperando antes que vos, mi consejo es que hagas la cola. No creas que porque no te quieren atender ya mismo significa que no te puedan atender después. Es solo una cuestión de paciencia.
Aguardé y ahora estábamos conversando. No le mentí en nada. Le dije toda la verdad. Que la había visto en aquella fiesta y bla, bla, bla. Era un dato de gran ayuda para no resultar un infame extraño. Sumaba tener amigos en común, no había que dejarlo afuera. De esta forma ya me prestaba más atención y el diálogo fue diferente. Encontramos algunos puntos en común y finalmente adelante un casillero. De “no lo conozco” a “un familiar de un amigo de mi primo” era un gran paso. Ya tenía nombre y apellido documentado en su mente.
Dicen que el 90% de los proyectos que buscan transformarse en una empresa fracasan en el primer año. Con las mujeres sucede una situación similar. El 90% de las conquistas fracasan en la primera línea. Cruzar ese primer ida y vuelta no asegura éxito, pero, definitivamente, si que atravesaste lo más difícil.
Y ahora lo más divertido: ¿Cómo conquistarla? No tenía idea. Por suerte además de ser aventurera y de compartir algunos gustos por la vida, era psicóloga. Y sabes cómo soy yo con la psicología, así que pensé que sería fácil. Pero nada que ver. La realidad es que era una psicóloga consagrada, motivo por el cual la atracción no podría ocurrir por ese lado. Mis mejores armas eran obsoletas. Para hacértelo sencillo, es obvio que me puede enloquecer una azafata si soy un piloto frustrado, pero de ninguna manera me puede conmover esa profesión si soy Comandante de 747.
Y aunque algunas cosas nos unían otras nos distanciaban casi sin poder hacer nada. Para empezar ella tenía 37 y yo 29. Ella estaba divorciada y con hijos y yo soltero, lejos de la paternidad. Ella era una mujer desarrollada y yo un proyecto de hombre. O sea, ni toda la inteligencia y picardía del mundo transformaban un “jajajaja” en un potencial candidato.
Igualmente era un gran jueves y la conversación seguía. Y cuando pensé que ya estaba fuera de juego y esta sería la primera y última vez que compartiríamos un diálogo, me dijo: -Hay algo que no entiendo, porque medio muy zarpado. En esa fiesta yo estaba con alguien. ¿Siempre te cagas en todo?- Entonces, simplemente improvisando “live” le conteste: -Es que sabía que esa relación tarde o temprano terminaría-. -¿Ah, sí?- me contesto. -¿Y qué te hizo pensar eso? Porque si mal no recuerdo en ese entonces, era nuestra mejor época. Me estas chamuyando pendex- y tenía razón.
Pensé unos segundos y le dije: -Mirá, la verdad que no es fácil de explicarlo, pero una vez escribí un ensayo que describe expresamente cómo uno puede descubrir el verdadero amor entre dos personas simplemente observando las fotos en común. Y cuando los vi a ustedes en la fiesta, no me pareció que presentaran esos indicios que describo en mi ensayo. ¿Por qué no lo lees? pregunte tratando de mostrarme un poco más interesante a través del blog.
Se lo pasé al ratito me dijo: -Esto es cualquiera-. O sea, estaba al horno. Entonces en un breve instante de viveza le dije: -Te propongo algo, pasame dos fotos de las tres o cuatro relaciones más importantes que hayas tenido y yo te voy a decir de quien estuviste enamorada profundamente y de quien no. Vas a ver qué acierto-. Y por suerte acepto. Así que me mando un par de fotos de las últimas tres relaciones entre las cuales estaba el sujeto en cuestión. Y la muy turra, para cagarme, eligió todas situaciones o gestos dónde se los veía a todos super hasta las manos. O abrazados o cerca de un beso, felices, en lugares copados, era casi imposible.
Miré las fotos y la verdad no tenía idea que decir. Además, si pifiaba perdía toda credibilidad y atractivo. Si acertaba, tendría que justificar, porque sino también iba ser muy poco interesante. Así que lo primero que hice fue dedicarme a entender la cronología. Eso capaz me ayudaba. Sabía quién había sido el último, pero de los otros dos, no tenía idea. En todas se veía joven y con el mismo look así que por ahí no iba. Y cuando estaba a punto de tirar uno de ellos al azar me di cuenta de un gran detalle y cambié la historia del juego.
Elegí, se lo mencioné y rápidamente me pidió una explicación… Y con toda la seguridad del mundo y sabiendo que ya había ganado le dije: -En todas las fotos que me mandaste realmente no hay ningún indicio que no estés feliz o atraída al hombre que tenes a tu lado. Además, como seleccionaste vos las fotos y tu intención es desmentir mi teoría buscaste las mejores de cada historia. Sin embargo, y muy a pesar de tu intención de evidenciar amor, los detalles a los que te hacía referencia no son ocultables. De las 6 fotos que tengo, 5 de ellas hacen referencia a un paisaje, dónde ambos deciden posar muy románticamente para preservarlo en el recuerdo. Tanto en la playa como en los otros contextos, el motivo fue el lugar, y no uds. No obstante, en una sola de las fotos me encuentro únicamente con dos caras: La tuya y la de mi elegido. En esa imagen lo que importa son uds., el motivo son uds., no hay paisaje, evento o excusa más que detener y conservar lo que están sintiendo el uno por el otro.-
Y así fue, no solo mi apreciación fue correcta sino que además probé que no hablaba al pedo. Me gane su teléfono y empezamos a conversar frecuentemente. Me sentía bárbaro. Esa noche me fui a dormir en paz. Las diferencias eran lo de menos. La mina era copada, y me gustaba mucho. Por segunda vez, luego de la fiesta, había otra persona que me robaba el sueño. Se llamaba igual a la anterior pero definitivamente era otra clase de mujer.