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Capítulo XVIII: K

Publicado el 11 mayo 2012 por Seles
Lo que por mi mente pasaba en estos momentos era esto: ¿Cómo había llegado hasta aquí?Estaba sentado en el suelo, y tenía un aspecto lamentable. Mis pantalones estaban rotos y podía ver perfectamente cómo sangraban mis rodillas. No sentía apenas dolor, aunque lo gesticulaba.Intenté levantarme, pero unas cadenas me lo impidieron; estaba atrapado.
Tenía grilletes tanto en los tobillos como en las muñecas, y me estaba preocupando ya todo esto.¿Qué había pasado? ¿Por qué estaba de ésta manera?Mi vista comenzó a nublarse levemente, e intenté mirar al frente.
No había nada, sólo oscuridad, pero algo hizo que mi corazón temblara y comenzara a latir a tal velocidad que me asustó.
Poco a poco, se fue viendo una figura. Era alguien alto, y sus ropas estaban tan rasgadas como las mías. Reuní fuerzas suficientes para alzar la cabeza y mirarle a los ojos.Sentí un escalofrío por todo el cuerpo. Era yo.Estaba sonriendo, y estaba tirando de algo. Sacudí la cabeza, e intenté que mis ojos me funcionaran correctamente, porque lo veía casi todo borroso.Fue sólo desearlo con ganas, y ya pude ver mejor lo que tenía.
Ojalá no lo hubiera hecho.Su mano aferraba el cuello de Victoria. En su rostro no hallé ni un ápice de dolor, así que sólo pude pensar una cosa.Estaba muerta.No pude contenerme. Grité una y otra vez su nombre, intenté soltarme, pero todo era inútil. Quería correr hacia ella, abrazarla, pedirle perdón por todo, hacer lo que nunca hice cuando ella estaba con vida.Escuché la risa del ser que la había matado. Le clavé mis ojos, enfurecido.-¿¡Qué le has hecho!? ¡¡LA HAS MATADO!! ¡¡ESTÁ MUERTA!!Mis gritos no le borraron la sonrisa de los labios. Tiró a mi amiga como si fuera un papel usado, y se arrodilló ante mí.
-Yo no la he matado. -Susurró el chico. -…Has sido…Dos segundos… Sólo fueron dos segundos cuando parpadeé…
-…Tú.Justo cuando dijo tú, y abrí los ojos de mi parpadeo, vi el rostro de Jared, mi hermano, ante mí.
Me quedé pálido, y miré el cuerpo inerte de Vic.El chico se había acercado a mi oído, y me estaba susurrando una y otra vez la misma frase:-Has sido tú, has sido tú, has sido tú…Apreté los ojos con fuerza.-¡¡No!! ¡¡No he sido yo!!-Mírate las manos.Y lo hice. Miré mis manos, asustado, y pude ver cómo éstas estaban llenas de sangre.
No pensé ni por un instante dónde habían ido a parar los grilletes, estaba demasiado concentrado observando cómo el líquido rojo iba bajando por mi brazo. Volví a mirar a mi amiga, y pude ver un agujero grande en su pecho, del tamaño de un puño, justo en la zona del corazón.No podía creerlo…
Jared se levantó, y siguió riéndose, cada vez más y más fuerte.-¿Adivinas quién tiene el corazón?
-¡¡Yo no he sido!!No me había dado cuenta de que había despertado del sueño. Había gritado en la realidad, y eso me dejó un poco tocado.
Sacudí la cabeza, y me fijé en que estaba ahora mismo sentado. Me tiré a la cama cual tronco caído, agotado.Sólo había sido un sueño, pero me había dejado bastante tocado. ¿Querría decir algo, o es sólo uno de éstos sueños que te dejan mal sabor de boca por nada? En el fondo sabía que no podía saberlo. Lo único que sé es que me había afectado.
Posé mis manos en mi rostro. No se me iba el cuerpo de Victoria, muerta, y su sangre en mis manos.Me fijé en ellas. Mis dedos, algo huesudos, con las uñas largas y afiladas. Esos dedos que hace poco los había visto llenos de aquel líquido rojo…
La sangre de Victoria.
Era doloroso sólo pensarlo. Mi sueño me había dejado tocado, y lo que necesitaba era levantarme y ducharme.Me incorporé de la cama, y busqué en mi armario algo que ponerme. Lo primero que encontré es mi chaqueta sin mangas negras, una camisa de manga larga blanca, y unos pantalones con cadenas en los lados. Me encogí de hombros y decidí ponerme eso.
Me daba igual si venía visita o no, una de mis manías era ir casi siempre arreglado. Como no me gusta especialmente salir de casa, la ropa no la aprovecho, y eso me da cierto coraje.Justo cuando ya estaba metiéndome en la ducha, recordé lo que pasó ayer, y los gritos que le pegué ayer. Le dije que viniera hoy.Mascullé insultos por lo bajo. Conociéndola, iba a venir.Siempre pasaba lo mismo. Yo me enfadaba con ella, le gritaba, y al final ella siempre venía para arreglar las cosas. En parte eso me gustaba, porque ella no era la típica niña que pedía perdón aunque no tuviera la culpa, sino que exigía que se aclarara todo, y nunca me echaba las culpas. Era simplemente, dejarlo todo tal y como estaba antes de que sucediera la pelea, discusión o lo que fuera que estaba pasando.Me duché rápidamente para prepararme. Ella vendría entre las cuatro y las seis de la tarde. Si llegan las ocho de la noche y no ha venido, una de dos: O tarda mucho en arreglarse, o no viene.
Sonreí. Recordarla siempre me hacía sonreír.Gusto ese gesto me hizo daño en la mandíbula.Dejé el agua caer por mi cuerpo, y me acaricié el torso con delicadeza. Tenía varias contusiones por el cuerpo. Concretamente tres en el tronco y cuatro en las piernas. También tenía varios arañazos por los hombros y el cuello.No sabía cómo ocultarlo. Las heridas del cuerpo eran fáciles, pero por el labio y el cuello tenía también, y era lo que me preocupaba.
Me miré a los ojos, y luego me fijé en el resto de mi semblante. Debía agradecer en parte que Jared no me hubiera dejado un moratón en el ojo. De lo contrario no podría explicarlo con una excusa barata como “me he caído” o “he tropezado por la calle”.Me vestí y bajé a la cocina. Me había despertado a las tres de la tarde. Ya mis padres habían comido, puesto que estaban los platos en el fregadero.Iba a girarme para entrar a mi cuarto, pero alguien me abrazó por detrás.-¡Explícate!Era la voz de Christal.-¿Explicarte el qué, enana?Me soltó, y me rodeó para ponerse delante de mí.-¿Por qué echaste de esa manera a Vic?Torcí el labio, y me la quedé mirando, con los brazos cruzados.-¿A tí qué te importa?-Estuve consolándola como media hora. Los gritos que le pegaste… ¡te pasaste!Parpadeé. Ya sabía que me había pasado, pero estaba histérico, y no tenía la cabeza donde la debía de tener.-Lo sé, y ella vendrá hoy y le pediré perdón. ¿Contenta?Se alejó un paso, y me señaló con su dedo acusador.-¡¡Suplica tu perdón!!
Me acerqué a ella y le di unas palmaditas en la cabeza.-Ni muerto.
Di media vuelta para irme, pero volvió a abrazarme.-Fuera bromas… te pasaba algo.
Suspiré hondamente.-¿Y?-Es Victoria, tú nunca le harías eso a ella. A ella no.Apreté los puños con fuerza. Claro que no. Si no hubiera estado mi hermano mi reacción hubiera sido de otra manera. No quería que ella pasara dentro de mi casa, pero tampoco la iba a echar si entraba. No soy tan imbécil.-Christal… es que ayer estaba algo enfermo.-Las enfermedades no hacen heridas en la cara. ¿Quién era el tío que salió de casa después de Vic?Me deshice del abrazo de mi hermana, y la miré, asustado.-¿¡No estabas en tu cuarto!?
Ella se mordió el labio, y desvió la mirada.-Estaba preocupada y…
-¡¡No vuelvas a hacer eso!! Cuando esté así, cuando oigas ruido en mi cuarto o lo que sea, no salgas de tu habitación, ¿entendido?-Pero…
-¡¡No salgas!! No hay más que hablar.Di media vuelta para irme, pero me choqué con mi padre.
-Mier…-¡Niño! No grites a tu hermana.Me lo quedé mirando, contendiendo la rabia.-Es que cogí una cosa de su cuarto, es culpa mía. -Se disculpó mi hermana.Me quedé blanco. ¿Ella defendiéndome? Era raro que lo hiciera.
Le sorprendió hasta a mi padre, que la miraba blanco.-¿Ah, sí? Pues… no vuelvas a hacerlo, cielo. -Sonrió.
Me crucé de brazos.-¿A mí me regañas y a ella no?
Mi padre se cruzó de brazos. Puso mi misma posición.-¿Quieres que te pegue un guantazo?
Gruñí algo por lo bajo.-Vale, vale, me callo…Sacudí la cabeza y me dirigí a mi cuarto. Iba a encerrarme allí y esperar a que Vic llegara.Me tumbé en mi cama, y contemplé el cuadro que estaba frente a mí. Me quedaría mirándolo toda la vida si pudiera, porque era lo único que me hacía estar en calma cuando me encontraba nervioso, enfadado, o simplemente sólo.Me estaba empezando a quedar dormido, cuando escuché que golpeaban la puerta.-K… soy yo, Vic.

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