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Capítulo XXI: Vic

Publicado el 01 junio 2012 por Seles
Habían pasado demasiadas cosas el sábado, cosas que no me gustaban mucho… o eso quería meterme en la cabeza.Lo primero era que K estuvo muy malhumorado el viernes, y yo tenía cierto temor hacia él por ello -no quería que se enfadara conmigo por tonterías-, pero quería verle porque me había preocupado -en esos momentos me dije a mí misma que le dieran por saco al trabajo del instituto-. Y luego, cuando voy a su casa, me encuentro conque él está extremadamente cariñoso.Más de lo que debería.Ahora mismo me estaba dirigiendo a su casa para ir al instituto. Normalmente me recoge él, pero hay veces que se queda dormido o con las sábanas pegadas en la cama, y era yo la que debía de llamarle.Frené en seco. Siempre que pasaba eso Christal se iba sola al instituto porque se hartaba de esperar a su hermano.
¿¡Por qué no me puse enferma hoy!? Seguí caminando, rezándole a Dios que cogiera en ese momento una enfermedad que tardara en curarse, aunque luego me arrepentí de ello, porque era una niñería por mi parte.Aparte, daba igual lo que él hiciera, puesto que dentro de poco se iría. El instituto está terminando, y con él se acerca su marcha. Le diría adiós, y tardaría en verlo, y a lo mejor cuando le viera pasaría de mí, y se pondría borde, y… a lo mejor hasta tendría novia.
Rocé con las yemas de mis dedos mis labios. No entendía por qué había actuado de esa manera. Ése no era K, o al menos no al que yo estaba acostumbrada a tratar.
Me había dado miedo, y me miraba de forma extraña…Me gustó. Claro que me gustó. No debería haber sentido esa sensación de comodidad, ni debería haberme latido el corazón a esa velocidad, ni nada, porque simplemente se va a ir, y desaparecerá de mi vida, así sin más.
Precisamente por eso huí, por todo eso. ¿Me besa para luego marcharse? ¿Me trata mal para luego besarme? ¿Actúa como si no hubiera pasado nada y hace conmigo lo que le da la gana como si fuera un objeto o un juguete? No debía consentir aquello. Estaba jugando conmigo y eso me enfurecía. Ojalá pudiera devolverle todo lo que me había hecho multiplicado por diez.Pero no podía, porque simplemente le tenía demasiado cariño. Era una sensación que negaba reconocer, porque simplemente no debería de sentirla.
Jamás confesaré lo que siento al verle, ni lo que sentí al besarle, ni el intenso dolor que siento por su pérdida. No diré lo que mi corazón grita cuando le veo sonreír.Jamás confesaré que estoy enamorada de él.
Llegué a la puerta de su casa. Dejaría que la razón estuviera presente en vez del corazón. Sería más objetiva e intentaría que mis sentimientos no jugaran conmigo.
Pensaría en Alex y en nuestra conversación de anoche.Se abrió la puerta, y me arrepentí de tener el sentido de la vista en esos momentos.
Llevaba unos pantalones negros, una chaqueta fina negra y una corbata del mismo color. Iba que no parecía que se fuera al instituto. Se acercó a mí con la mirada indiferente, y sospeché que lo que le pasaba simplemente es que estaba dormido.Me acarició la mejilla, y comprobé que tenía las manos calientes. Retrocedí un paso, algo enfadada.-¿Qué haces?Bostezó levemente.-Vaya, ya ni te puedo tocar, ¿verdad?Me quedé sorprendida. ¿A qué venían esos gestos ahora? Ya sí que no tenía ni idea de cuales eran sus intenciones. Ahora en vez de parecer ser mi amigo, parecía un cualquiera intentando hacerme sufrir.Pero no, no me iba a dejar hacer lo que fuera. Iba a echarle cara.-¿Eres tonto o qué? O eres subnormal, vaya.Me dio unas palmaditas en la espalda y comenzó a caminar. Yo me puse a su lado, mostrando abiertamente mi furia.-¿Vas a responder?Ladeó la cabeza.-No soy tonto, hago lo que me da la gana.Me quedé de piedra. ¿Así de simple? No podía ser tan puñetero, tan perro, tan… tan imbécil.-No puedes hacer lo que te plazca, ¿sabes? Yo soy una persona, y no puedes in…No pude seguir hablando, porque me había girado y me había agarrado del brazo, oprimiéndolo con fuerza. Por un instante tuve miedo, mucho miedo, pero intenté moderar aquel sentimiento. No iba a hacerme daño… ¿no?
-No te quitaste, no te apartaste, simplemente huiste.Desvié la mirada. No podía ver cómo sus ojos se clavaban en los míos. Incluso en esa situación mi corazón se aceleraba, y no entendía el por qué.
-No… No me quité porque…-Y encima te hago esto y te pones nerviosa. -Me soltó y se alejó un par de pasos. -Ni me pegas, ni pasas de mí, ni te cabreas… Tía, reacciona ya, joder.Siguió caminando, y le seguí en silencio. Poco a poco estaba intentando entender su comportamiento, y creía entenderlo ya: Quería que fuera agresiva con él, que le odiara, o algo así. Tal vez quisiera que me olvidara de él por mi cuenta, o que pasara de él… no sé, para saberlo debía de preguntarle.-¿Por qué me haces esto? -Susurré con un hilo de voz. -No lo entiendo, ¿no somos amigos?No se paró, se limitó a mirarme por encima del hombro, con una extraña sonrisa en los labios.-¿Lo somos?Mi cuerpo tembló, y las dudas afloraron en mi mente. ¿Lo éramos? Después de tanto tiempo, ¿esa pregunta la tenía en duda todavía?Tragué saliva y asentí. En el fondo sabía que no me arrepentía de la afirmación, pero lo que sí temía era que lo que había hecho que asintiera fuera mi corazón, y no la razón.Escuché su risa, y me puse algo nerviosa.-¿Entonces? ¿Qué más quieres, mujer?-Que me… expliques por qué me besaste.Esperaba alguna reacción, la que fuera, pero nada. Siguió su camino sin más, en silencio. Aquel silencio que me ataba y me hacía daño. Era como si me pusiera unas cadenas alrededor de mi cuello y empezara a apretar. Era una molestia realmente agobiante.Estábamos llegando al instituto. Dio media vuelta y me agarró por las muñecas. Chillé un poco, pero luego me callé, algo asustada. Le miré a los ojos.-¿¡Pero qué crees que estás haciendo!? ¡¡No tiene gracia!!Entrecerré los ojos. Me había acorralado en la pared, y no podía moverme porque me tenía prisionera. Maldije en mi fuero interno por ser tan débil físicamente, y pensé en darle después collejas hasta que se quedara tonto.-Shhh… -Acercó su rostro al mío. Me quedé sin respiración. Sus labios estaban muy cerca de los míos, demasiado cerca. Sentí un cosquilleo en ellos, y entendí que estaba deseando que hiciera lo que mi razón no me permitíaTenía los ojos cerrados, y al ver que no hacía nada, abrí uno, para ver lo que pasaba. Me topé con sus oscuros ojos, y no pude evitar abrir el otro ojo.-¿Por qué no intentas escapar?-Eres mi amigo, no vas a hacerme nada malo. -Dije lo primero que se me ocurrió.Pero no era por eso. No hacía nada simplemente porque no quería. Mi corazón pedía a gritos que esa escena acabara con un efusivo beso, que me dijera que no se iba a ir al final, y que era todo una broma para ver mis sentimientos al respecto. Que estaríamos juntos para siempre, y… que sentía lo mismo hacia mí.
Aunque en el fondo sabía que eso no iba a pasar.-Define daño en este caso. -Me susurró.
-… No sé… no sé explicarlo…Soltó una de mis muñecas, y con su mano acarició mi rostro delicadamente. Me sentía como en una nube, y se me olvidó que lo que debía de hacer era huir, porque no debíamos de hacer eso.Pero estaban tan a gusto… tan feliz…-Sólo somos amigos, no te pongas así por mí. -Abrí los ojos. No me había dado cuenta, pero los tenía otra vez cerrados. -Y si hago esto es porque quiero, simplemente… pero recuerda que me voy, que te dejaré sola y no sé si nos volveremos a ver.Agaché la cabeza, entristecida. Tenía razón, se iba a ir y  iba a dejar. Iba a desaparecer de mi vida como si nunca hubiese existido.Pero me negaba. No quería echarlo de mi vida. No así, sin más, porque yo…-¿Por qué? -Susurré. -¿Por qué me tratas mal y luego bien? ¿Por qué te marchas?-Es simple, me voy por los estudios, porque quiero ser alguien, y necesito estar sólo, porque tal vez así valore realmente lo que tengo frente a mí.
No pude evitar abrir los ojos con fuerza. Casi se me salen los ojos de las órbitas. ¿Qué quería decir con esto? ¿Por qué ahora estaba de un modo tan… tierno?-Y… ¿Qué tienes frente a ti?
Lo pregunte sin pensar, y no me arrepentí de ello. En esos momentos no me arrepentiría ni aunque le confesara todo el cariño que sentía hacia él.-Tengo a una niña asustada, deseando que haga algo que no voy a hacer.Me besó en la frente, y se alejó de mí. Respiré hondo y escuché la sirena del instituto.Tal vez fuera eso lo que me hizo despertar, no lo sé, pero volví a pensar con la cabeza, y lo miré con furia.
-¡Eres idiota! Qué mal rato me has hecho pasar.Se limitó a encogerse de hombros y a sonreírme.
-¿Sabes? Creo que dejaré de ser borde contigo. La cara que me has puesto antes no tenía precio.
Sentí cómo mis mejillas comenzaban a arder. Seguramente estaría roja como un tomate, y no me extrañaba para nada. Él lo único que hizo fue reírse.-No tiene gracia…
-¿Te duele?
Sacudí la cabeza, negando la pregunta, aunque estaba dándome la espalda y no sabía si me estaba viendo.-Ahora no, pero ya me dolerá después, cuando te marches y no nos volvamos a ver.
-¿Y quién te ha dicho eso? ¿Yo? ¿Desde cuándo yo te he dicho siempre la verdad?Frené en seco. ¿Qué quería decir con aquello? No lo entendía, y en el fondo sabía que preguntarle sería una pérdida de tiempo.Se giró y me miró.-Vamos a llegar tarde, vamos.Asentí, y entré en el instituto junto a él.Por un instante pensé que esto iba a ser para siempre, y que era cariñoso porque no se iba a ir nunca… pero sabía que eso era mentira, y me limité a cerrar los ojos y a entrar en clase, con naturalidad y sin dejar que mis sentimientos aparecieran en mi rostro, como siempre.

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